Gotzon ARANBURU
Zumarraga

ASÍ SE APRENDE A TRABAJAR EN ALTURA

Los trabajos verticales de operarios suspendidos en el aire conllevan el uso de técnicas específicas para efectuar, con seguridad, tareas de riesgo. La escuela Trebikal inaugurada en Zumarraga nos abre sus puertas. En NAIZ está disponible el reportaje completo.

Pintores en un andamio que se balancea, albañiles haciendo equilibrios en un tejado en pendiente, limpiadoras con medio cuerpo fuera de la ventana. Son escenas que todos hemos contemplado, con simple curiosidad en la niñez y con el corazón en un puño cuando, ya adultos, hemos sido conscientes del riesgo que corrían esas personas. Muchas veces la suerte ha impedido accidentes casi cantados, pero en no pocas ocasiones estos trabajadores han pagado con la vida la falta de medidas de seguridad.

Afortunadamente, las cosas están cambiando. Tanto los propios trabajadores como las empresas asumen que la prevención es vital para evitar engrosar la dolorosa lista de accidentes laborales por caídas; además, han constatado que nadie lleva a cabo mejor determinadas labores que un trabajador suspendido que conozca las técnicas de subida, bajada y desplazamiento lateral. Incluso económicamente, resulta más rentable contratar a especialistas que montar y desmontar andamios.

Naturalmente, no basta con carecer de vértigo y saber colocarse un arnés para colgarse de una cuerda con una taladradora o una brocha. El trabajo vertical es una profesión para la que hay que prepararse en escuelas especializadas. Una de éstas, Trebikal, acaba de iniciar su andadura en el polígono industrial de Argixao, en Zumarraga. Su responsable de formación es Garikoitz Oiarzabal, que cuenta con trece años de experiencia en su empresa Prest Lan Bertikalak.

Según explica, en el trabajo vertical hay que dominar aquellos elementos que evitan una posible caída del trabajador, o la amortiguan, así como las herramientas que le ayudan en su posicionamiento para ejecutar la labor prevista: arneses, anclajes, cuerdas, poleas, aseguradores… «El peligro principal de trabajar en altura es el de caída, claro, por lo que insistimos en la necesidad de utilizar buenos elementos de seguridad y en su correcto mantenimiento en el tiempo. Hay que calcular bien los ángulos y la frecuencia de estos anclajes para lograr la sujeción adecuada del operario y que al mismo tiempo tenga la movilidad necesaria para realizar el trabajo asignado», detalla.

Salidas profesionales

Una vez que posea la formación adecuada y la consiguiente acreditación, ante el trabajador vertical se abre en la actualidad un amplio abanico de salidas profesionales, desde el montaje y mantenimiento de líneas eléctricas aéreas hasta el acabado de edificios nuevos o el mantenimiento de los antiguos, pasando por el trabajo en presas y centrales hidráulicas… y hasta en la eliminación de nidos de abeja asiática.

Un punto importante es el de la certificación lograda en los cursos de formación. Es la acreditación Irata la que abre la puerta a mas oportunidades, tanto en el trabajo como en la formación. Por ejemplo, el sector europeo del petróleo y las eólicas exigen esta acreditación a sus técnicos verticales. Irata (Industrial Rope Acces Trade Association) fue creada en los años 80 en Inglaterra impulsada por la industria petrolera y gasística, siendo en la actualidad la predominante a nivel mundial. Y ha sido esta la opción elegida por el centro zumarragatarra, surgida de la mano de Premank (servicio de prevención de riesgos laborales) y Prest.

«Hemos detectado que muchos trabajadores verticales no cuentan con la preparación adecuada. Solo han recibido formación teórica, incompleta por tanto, y ellos mismos perciben la necesidad de contar con una instrucción práctica. Por tanto, lo que va a ofrecer la escuela es una formación completa, con material y utillaje de la última tecnología, aplicado todo a distintas técnicas y entornos de trabajo», señala.

El sistema de formación de Irata se articula en tres niveles, con un mínimo de cuatro días de formación y un examen en cada nivel. Para acceder a un nivel superior hay que esperar un año y acreditar 1.000 horas de trabajo en condiciones reales, en suspensión. También es posible acceder directamente al nivel 2, pero el listón está muy alto: se requieren 18 meses de experiencia y 1.500 horas.

El espacio dedicado a la formación teórica comprende 150 metros cuadrados repartidos en varias aulas, que se unen a los 350 m2 destinados a las prácticas, donde se reproduce un escenario de trabajo muy similar al que los operarios verticales se encontrarán en el mundo real. Entre otros, se enseña a trabajar en tejados, en paredes, en torres y antenas, en rescates, en desplazamiento de materiales o en labores de poda.