Carlos GIL
TEATRO

Mecanismos de defensa de una idea de Justicia

Una versión  actualizada y libre de “Doce hombres sin piedad” nos coloca ante los mecanismos de defensa de una idea de justicia impartida por miembros de todas las extracciones sociales, que viene a significar una radiografía de las tensiones que toda sociedad contiene y que es justo en la aplicación de la justicia, donde se pueden entender de manera más evidente la influencia de las ideas previas sobre la realidad  y sobre su análisis. Este jurado elegido para dictar una sentencia sobre un caso de corrupción, con un político sujeto de todas las disquisiciones, por lo que cada miembro del jurado nos coloca la mirada sobre las actitudes de razonamiento, de entendimiento de cada uno lo que se traduce en las posibilidades de manipulación, sobre el poder de la palabra, de argumentación para dar un vuelco al pensamiento mayoritario de los componentes de ese grupo humano convertido en un jurado, lo que hace que al ver todos los recovecos de esa deliberación, los cambios de alguno de sus componentes, se levanten las sospechas y cada espectador acabe convirtiéndose en un juez de lo que presencia, quizás uno de los grandes usos de un teatro social que busca la posibilidad de pensamiento tras lo emocional. La factura estética acompaña  con un buen espacio escenográfico, un reparto que cumple perfectamente bajo una dirección dinámica que altera el ritmo del género de tribunales.