28 MAY. 2017 Final de Copa EN LA CALLE GANÓ EL GLORIOSO NO SE JUEGA UNA FINAL TODOS LOS DÍAS. BIEN LO SABE EL DEPORTIVO ALAVÉS. DESPUÉS DE SUFRIR DURANTE 10 AñOS EN LAS CATEGORÍAS MENOS VISTOSAS, EL GLORIOSO Y SUS AFICIONADOS LLEGARON A MADRID CON HAMBRE. PERO CON HAMBRE DE DISFRUTAR, DE LLEVARSE UN BUEN RECUERDO. LA COPA PUDO SER EL REGALO PERFECTO. Ane URKIRI ANSOLA «Tiene que ser algo inolvidable, si me lo hubiera perdido hubiera sido como perder una parte de mi vida», decía Jesús Sánchez, aficionado albiazul y gasteiztarra a las 16.00 de la tarde, mientras escuchaba y gozaba del concierto de En Tol Sarmiento, grupo alavés de música ska. Había viajado el mismo día del partido en el bus de las 7.00, como la gran mayoría de los aficionados babazorros. El grupo ALSA, de hecho, tuvo que pedir refuerzos a otros autobuses para poder desplazar a todos los alavesistas que no quisieron perderse la histórica cita. Era la primera vez que el Alavés alcanzaba la final de Copa y se hizo notar. Preveían la llegada de alrededor de 42.000 almas albiazules, de los que 25.000 aficionados iban a estar presentes en el estadio. Invadieron las calles de Madrid desde primera hora de la mañana. Raro era no ver alguna camiseta, bufanda o bandera en cualquier rincón de la ciudad madrileña. Hasta el trayecto en metro se convirtió en una fiesta albiazul. El himno, ‘Eusko Gudariak’, frases como «la adversidad nos hace mejores»... «Alavés, Alavés» fue el grito que se escuchó en un constante bucle en el ‘Araba Hiria’ ubicado a una distancia de 20 minutos caminando desde el Vicente Calderón, estadio que acogió la final entre el Alavés y el Barcelona. En el barrio Latina, en el Parque de la Cuña Verde exactamente, no hubo un color que no fuese el albiazul. La marea blanquiazul era inmensa, tanto desde la salida de metro de Laguna como dentro del recinto. Todos a una, todas en la misma dirección. Como si de una manada se tratase. «Hoy tenemos que ser todo lo solidarios que podamos», gritaban los componente del grupo En Tol Sarmiento, haciendo referencia a la filosofia del equipo. Calor asfixiante «No tenemos nada que perder», analizaba Miren Larrión en medio de la Kalejira. La portavoz de EH Bildu reconoció haber disfrutado en la ‘Fan Zone’, tanto por la mañana como por la tarde: «Nos hemos quejado del calor pero vamos con todas las fuerzas al estadio». Ni los 30 grados hicieron callar a la afición del Glorioso. Hidratarse fue una cuestión fundamental, y la txozna, en el que la consumición se pagaba con ‘Miniglorias’ (2 euros una moneda ‘Minigloria’) estuvo abarrotada de gente durante toda la tarde. Pero cuando todo ocurre en un ambiente festivo, en el que la máxima es disfrutar, gozar, y guardar cada instante para el recuerdo, todo fluye de una manesa sobresaliente. No obstante, hubo casos de bajada de tensión en el recinto habilitado para la afición gasteiztarra. Cuando la emoción se junta con el calor, es lo que tiene. KALEJIRA SONORA Y pitada monumental al himno español Después de haber pasado todo el día en el ‘Araba Hiria’, después de refrescarse, de dejarse la voz en los conciertos, de haber recompuesto las fuerzas con algún que otro bocadillo, los aficionados del Alavés se dispusieron a vaciar el Parque de la Cuña Verde del barrio Latina y así invadir el camino que llevaba hasta el Vicente Calderón. Una marea humana y albiazul coloreó las calles de Madrid, hasta llegar a la altura del río Manzanares. Vengalas, timbales, bombos... Todo lo que hacía ruido era bienvenido para la Kalejira, junto con los indispensables gritos de ánimo. De «Ale, Glorioso ale», al grito de «Deportivo Alavés», pasando por «Jo ta ke, irabazi arte». Todo aquel incorporado a la Kalejira vestía con orgullo el color albiazul. Se acostumbraron a hacerlo en Segunda B, también en Segunda, y en la final de ayer se incrementó. Muchos padres que habían vivido la final de Dortmund acompañados por sus hijos que iban a vivir su primera final de la historia. «Vaya ambiente», exclamaba uno de ellos. El espíritu alavesista, escoltado por tres furgonas de la policia y unos diez agentes, llegó a rodear el Vicente Calderón en unos 30 minutos. Una media hora de auténtica festividad, con absoluto respeto, y detrás de la pancarta de la peña ‘Iraultza 1921’. El calor habitual de Mendizorrotza se desplazó hasta el Vicente Calderón. A falta de 45 minutos para el comienzo de la final la zona de la afición del Alavés estaba prácticamente llena, la mayoría de pie y cantando. Pacheco y Ortolá fueron los primeros testigos de la situación. Nada más salir los porteros a calentar la afición se levantó para recibirles con cariño. Lo mismo, cuando 10 minutos más tarde, saltaron los jugadores que iban a completar el once inicial, con el cántico «Vamos, vamos Glorioso». El azul y blanco tapó la habitual estampa rojiblanca del campo colchonero. El tifo ‘Izan ginelako izango gara’ junto con el ‘Elkarrekin garaipenera arte’ adornaron parte del fondo norte del estadio. Respecto al recibimiento al himno español, lo habitual de los últimos años en los duelos entre equipo vasco (Athletic hasta la fecha) y Barcelona. Gritos a favor de independencia instantes antes y una monumetal pitada haciendo insonoro el himno, dieron el pistoletazo de salida a un duelo de altos vuelos en el que la afición albiazul se hizo notar, hasta perdiendo fue vencedor. El título era lo de menos.A. U. A. 25.000 babazorros acompañaron a su equipo en el Vicente Calderón y en total llegaron alrededor de 42.000 aficionados a Madrid.