Víctor ESQUIROL
CRÍTICA «Selfie»

Bosco: Lecciones culturales, sociales y políticas

Corrupción, malversación de fondos públicos, blanqueo de capitales, así como otras docenas de los más variados delitos económicos. Todo esto, y mucho más, figura en la hoja de servicios de, pongamos, el partido político que ahora mismo ostenta el Gobierno del Estado español, ese país tan extraño, escalofriante y, claro está, divertido. El efecto en el espectador depende de la distancia a la que se ponga el cronista, o del posicionamiento de este.

Acerquémonos, sino, al número 13 de la calle Génova de Madrid. Ahí encontramos la sede del PP. El edificio está presidido por una bandera española que podría cubrir cuatro campos de fútbol, y por la inscripción, en letras doradas, del siguiente lema: “Ni un solo caso de corrupción nos quitó un solo voto”. ¿Verdad o mentira? Bueno, dejémoslo en un punto intermedio.

Ahí mismo encontramos a Víctor García León, director y guionista de una de las mejores comedias de la temporada. Con la excusa de un falso documental dedicado a Bosco, el hijo de un ministro que ha sido recientemente encarcelado, “Selfie” nos lleva del cielo al infierno castizos, o si se prefiere, de la Moraleja a Lavapiés. Con la misma capacidad para la –sana– provocación del mismísimo Sacha Baron Cohen (pues la película en cuestión a ratos recuerda a hitos como “Borat” o “Bruno”), se consigue el efecto de mezclar la risa con la incomodidad. Como tenía que ser.

El gran encanto de “Selfie”, más allá del hallazgo del talento cómico de su protagonista, Santigao Alverú, está en lo poco claras que quedan sus intenciones, aparte de provocar la carcajada más irrefrenable. García León tiene puñales para todo el mundo, y gracias al lanzamiento indiscriminado de estos, acaba dibujando uno de los retratos más hirientes (por clarividente, por hilarante) de ese extrañísimo reino, donde tanto el ciudadano de la izquiera como el de la derecha son igual de entrañables... y terroríficos.