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BRAVA

La osadía y la valentía de seguir en pie


El nuevo largometraje de Roser Aguilar nos lleva, en un abrir y cerrar de ojos, y cuando aún no hemos tenido tiempo para preparar nuestras defensas, del drama social a la devastación íntima. Por mucho que la banda sonora compuesta por Vincent Barrière insinúe de forma no muy sutil el contenido trágico de lo que estamos a punto de ver, la historia consigue pillarnos por sorpresa. Ya sea por su punto de partida impactante (en el sentido más violento de la palabra), ya sea por la extraña gestión del tempo dramático.

La cineasta nacida en Barcleona nos presenta a Janine, una banquera obligada a mirar cada día a los ojos de las personas más maltratadas por el sistema. Una prueba constante de resistencia estomacal que se quedará en nada la noche en que tenga un encontronazo con unos adolescentes que están a punto de violarla. Permiso para quedarse en estado de shock. Janine se queda obviamente ahí, y Aguilar nos obliga a participar en el durísimo proceso de digestión. El planteamiento inicial de ciertos debates morales deja paso a un recorrido introspectivo por las heridas que no pueden sanarse de un día para otro. Ambicioso itinerario cuyo interés no decae gracias, sobre todo, a la implicación de la protagonista Laia Marull, dolorosa en cada frase entrecortada.