Curro VELAZQUEZ GAZTELU
BILBO
Entrevista
MARÍA PAGÉS
BAILAORA

«El flamenco tiene la capacidad de poder aunar tradicición y evolución»

María Pagés (Sevilla, 1963), nos tiene acostumbrados a propuestas de gran formato, donde el flamenco se da la mano con distintas concepciones artísticas. Con «Una oda al tiempo», su última creación, estará en el Teatro Arriaga de Bilbo hoy y mañana.

“Flamenco Republic”, “Utopía”, etc... El baile de María Pagés lleva implícito fórmulas primigenias de flamenco, aunque pocos como ella saben hacerlo convivir con procedimientos actuales. En “Una oda al tiempo” mantiene en el escenario a un elenco de ocho bailaores/as y siete músicos. Un elenco al alcance de pocos, independientemente de aquellos que no se les ve, pero que hace posible que esta propuesta, codirigida con la Bienal de Flamenco, pueda llegar hasta el espectador.

Vemos cómo hoy en día, en la danza en general y en la flamenca en concreto, hay un gran abanico de posibilidades. ¿Qué aporta María Pagés y su Compañía al discurso propiamente flamenco?

Lo más importante es aportar tu propia personalidad y que esta sea clara y coherente. La idea fundamental es concebir la creación flamenca como algo global y orgánico. Y es que el flamenco tiene unas enormes posibilidades y un potencial creativo fabuloso.

¿Hacia dónde cree que camina la nueva danza flamenca?

Hacia donde camina la propia vida. La danza flamenca es una danza contemporánea en sí. Donde se representan los tiempos actuales y donde la vida va marcando a la danza los tiempos. El reflejo de eso que está pasando. Una de las cosas grandes que tiene el flamenco es que es capaz de aunar la tradición con la evolución. Y esa idea de que se entienda el contemporáneo como la tradición en movimiento. Eso es la “modernidad”, lo contemporáneo, que siempre está en constante diálogo con la memoria.

¿Cuánto queda en el baile de María Pagés de aquella mítica escuela sevillana de Matilde Coral, María Rosa, Carmen Montiel…?

Queda todo. Las maestras que han estado en tu vida, van a estar siempre. Es algo a lo que siempre vas a recurrir y está en ti. En “Una oda al tiempo”, nos hemos preocupado en poder plasmar ese abanico de posibilidades que tiene el propio flamenco. De poder prestar atención a esa escuela o de otras que están más cercanas al diálogo, como podría ser la danza contemporánea. Los maestros son fundamentales, crean las bases de tu propia personalidad. Luego tu te encargas de desarrollarlo, de aplicar tus propias experiencias, y de ahí hacer tu propia personalidad. Es fundamental entender de dónde viene esa parte de tu ser.

Por tanto, ¿cree usted que en la escuela sevillana de baile se ha dado paso a nuevas formas de concebir el baile flamenco?

Se tiene que mantener, se tiene que conocer y sentir, y cada artista tiene que tener y defender su propia personalidad. Igual pasa con el cante, tenemos que saber dónde están las fuentes originarias y beber de ellas, para así poder tener el conocimiento de lo que uno es y de donde viene. Luego así adoptar, transformar, desarrollar, etc… Sevilla siempre fue un lugar dónde se bailó mucho. Sevilla fue unos de los puertos fluviales más importantes el mundo y, por tanto, allí recalaban culturas de toda índole con cierta predisposición al baile. El flamenco cuando llegó a Sevilla, ya tenía un caldo de cultivo muy interesante para poder desarrollarse. Eso sí, es innegable la influencia que tienen en el flamenco y ciertos ritmos las distintas culturas que pasaron por allá: sefardíes, gitanos, moriscos, cristianos, etc… Todo esto es importante para poder comprender lo que es el flamenco. Por ello, el flamenco tiene una base completa y compleja a la vez. Hay que conocer nuestro legado para entender lo contemporáneo.

«Una oda al tiempo», propuesta que nos trae al Teatro Arriaga, está codirigida con El Arbi El Harti, compañero de viaje en varios proyectos, compañero de vida, cuéntenos cómo ha sido esta experiencia.

Nosotros llevamos muchos años trabajando juntos, lo interesante de nuestro encuentro es que venimos de mundos diversos. Él es marroquí y viene del mundo intelectual, universitario y literario. En principio, parece como que no tenemos nada que ver el uno con el otro, pero precisamente el reto era poner en común todos nuestros mundos y paisajes interiores.

Desde que trabajamos juntos, el valor de la palabra es importante. El tener a un compañero con el que compartir las ideas, tener a alguien que te escuche es muy importante y necesario para mí.

María Pagés nos tiene acostumbrado a darle un protagonismo en sus propuestas al mundo literario; lo que escriben y quien lo escribe, así como un guiño a los grandes del flamenco. ¿A qué se debe esto?

Parte de una admiración a ciertos artistas u obras que de alguna manera te han ido acompañando en tu vida. Cuando oyes una música que te conmueve o lees un poema que te emociona, lo primero que salta es ese reconocimiento y a partir de ahí lo llevas como parte del proceso creativo de tal o tal pieza. Lo mejor es todo lo que se aprende y todo lo que se descubre.

Usted es una de las flamencas que más suele visitar Euskal Herria, conociendo, por tanto, al público de aquí como pocas. ¿Qué le transmite?

Este público está muy ligado a la danza en general y al flamenco en particular. La sensación que saco cuando vamos al País Vasco es de estar como en casa, de que hay una admiración y un seguimiento que hace que estemos muy a gusto. Se nota que hay una afición. Porque el ser aficionado al flamenco, no significa saber y entender todo acerca del flamenco. Es tener el interés global sobre la temática concreta. El aficionado vasco, es un aficionado convencido, y eso lo notamos cuando estamos encima del escenario.