Raimundo Fitero
DE REOJO

Módulos

Al pairo de los avatares circunstanciales que no se pueden considerar sin un esfuerzo corrector como consuetudinarios, en un eructo traicionero pronuncio de manera turbia la palabra «módulos», y la encadeno de manera inmediata a la idea basculante de golpe de estado en ciernes que me lleva a un pesebre donde los pastores son militares que están esperando a los banqueros que van a financiar la vuelta al pasado. En una décima de eternidad concentrada en unos segundos viajo de las palabras del cuñado de Urdangarin al pronóstico del tiempo, pasando por la pesadumbre de mirar a la mesa y no saber contar los que faltan, sino de vislumbrar los que están. Los sueños del salpicón producen monstruos.

Es oportuno agarrarse al ambiente de inocencia forzada, intentar comprender que lo dicho por el «Preparao» tiene algún valor político más allá de mantener a la tropa de la extrema derecha contenta, advertir a los rojos de que la fiesta se va a acabar como sigan así, y mostrar ante la familia aborregada que sus santos poderes heredados son morales y no solamente jurídicos. Es como si nos recordara que no están solamente en la Constitución sino en la Biblia. De lo que uno colige que todo responde a un plan general y que el golpe se está preparando en módulos bendecidos.

Por lo que la recomendación que se siente flotando en los villancicos no cantados es que hay que creer al maestro champanero que nos asegura que ellos no fabrican un vino espumoso que unos llaman cava y otros champán, sino que proporcionan a la sociedad una fuente de positividad. En este contexto entiendo la tendencia de la celebración de los éxitos en todas las disciplinas con estas burbujas doradas que convierten todo en positivo. Le estoy buscando la música apropiada para evadir la asquerosa realidad.