Con él llego el vendaval fascista

El paso de Javier Milei por Madrid ha sido un vendaval fascista que no debería de sorprender tanto. Al fin y al cabo, a Milei y a otros políticos europeos de su talla ideológica se les ha permitido desde hace tiempo, diría que años, que expandan sus teorías como si fuera un pensamiento antisistema que va a salvar el mal hacer de las políticas actuales, afiliadas al neoliberalismo y dedicadas a mantener el establishment capitalista. Se les ha dado la categoría de «democráticos» para que allí donde ganen, el consumismo, el individualismo feroz, la desigualdad y la falta de humanismo ante las tragedias individuales y colectivas entierren los sueños y la práctica organizada y verdadera para cambiar la realidad social. Con salvas al populismo más ignorante han introducido un mensaje que fomenta el carácter «apolítico» de la sociedad, donde cualquier conflicto o debate es una «chapa» que nos impide correr para vivir. Hay quien, después del alarde fascista de Vista Alegre, aconseja «acudir en ayuda de la derecha clásica» para «defender la democracia». Un pensamiento soberbio en exceso, cuando es un relato cierto que esas «derechas clásicas», conocidas, familiares, incluso amigas de la socialdemocracia, son las que, con su política económica, quitan derechos y ponen alfombra roja al fascismo.