GARA Euskal Herriko egunkaria
GUERRA SUCIA
Entrevista
Edurne Egilegor
Viuda del refugiado José Luis Salegi

«‘Txipi’ siempre estuvo perseguido por el GAL y las fuerzas represivas»

El 7 de agosto de 1997 se conocía en Euskal Herria que en la localidad mexicana de Irapuato había sido encontrado el cuerpo del refugiado azkoitiarra José Luis Salegi, “Txipi”, que había desaparecido dos días antes. La versión oficial asegura que sufrió un infarto, pero su compañera, familia y amigos siguen sosteniendo que fue víctima de la guerra sucia.

(EUSKAL MEMORIA)

 

Han pasado casi 30 años, pero Edurne Egilegor sigue pensando que su pareja, el refugiado azkoitiarra José Luis Salegi, “Txipi”, fue víctima de la guerra sucia. En esta entrevista recuerda la historia de un calvario en el que se fueron sucediendo una serie de situaciones extrañas y anómalas que le llevan a concluir que a Salegi «lo retuvieron y luego lo asesinaron».

La tarde del día 6 de agosto de 1997 (madrugada del día 7 en Euskal Herria) era encontrado el cadáver de su pareja, José Luis Salegi, en Irapuato (México) dos días después de haber desaparecido. ¿Cómo recuerda el momento en el que le avisaron de que había sido localizado su cuerpo?

Siempre piensas y tienes esperanza de que siga con vida, aunque sabes en el fondo que si lleva dos días desaparecido es porque lo han secuestrado y lo han matado, debido a las consecuencias de la lucha armada y a las amenazas recibidas, tanto del GAL como de los cuerpos represivos. También se me pasó por la mente que lo hubieran secuestrado y trasladado al Estado español sin ninguna notificación ni aviso a las autoridades mexicanas y familiares. En el momento de la noticia sientes muchas contradicciones. Por un lado, respiras, porque ya no le van a hacer más daño y, por otro lado, rabia, impotencia, tristeza, porque ya no va estar con nosotros. Todo se derrumba.

Lo sucedido con “Txipi” estaba rodeado de circunstancias extrañas, aunque se intentó zanjar diciendo que sufrió un infarto. Por un lado, fue localizado en un sitio que ya había sido peinado previamente por quienes lo habían buscado. ¿Le parece que pusieron después el cuerpo?

Sin duda alguna, ya que el entorno del cerro de Arandas, lugar donde apareció, ya había sido peinado por amigos y vecinos anteriormente. Y teniendo en cuenta que era una zona transitada por paseantes, deportistas…. es muy extraño que no hubiese sido visto en los dos días que estuvo desaparecido. Además, la segunda noche la pasamos en un domicilio seguro y hasta entonces desconocido para nosotros, y allí aparecieron dos policías de paisano con una zapatilla y pantalón de él, todo limpio. ¿Cómo sabían que estábamos en ese domicilio? ¿Cómo es posible que la noche anterior de aparecer el cuerpo en el cerro la Policía tuviera sus zapatillas y pantalón? Si “Txipi” estuvo dos días tirado en esa campa y la anterior noche había llovido fuertemente, era imposible que la zapatilla que encontraron estuviera limpia. Esto me lleva a pensar que el cadáver de José Luis fue puesto en el lugar que apareció después de haber peinado la zona y después de las tormentas. Tanto las condiciones en las que apareció, como todos los sucesos tras la aparición, me llevan a pensar que lo retuvieron y luego lo asesinaron.

Además, se llegó a decir que había salido a hacer ejercicio, pero él hacía años que no salía solo de casa después de que en 1983 fuera víctima de un intento de secuestro en la playa de Biarritz. ¿Otro indicio que viene a desmentir esa versión oficial?

Así es, “Txipi” no salió a correr. Por primera vez salió solo a por unos libros a una vivienda cercana en una cita acordada el día anterior. Nunca salía solo, siempre salía acompañado por conocidos o con los de casa. Como bien has dicho, “Txipi” fue víctima de uno o varios intentos de secuestro en Iparralde. Como se puede saber por las mismas declaraciones de José María Velázquez Soriano, bien narradas por el periodista y escritor Pepe Rey en “La trama verde”, o por la declaración ante el juez del testigo protegido nº1959, como se hizo público en algún medio de comunicación. En aquellos años, ya se filtraron en periódicos como “ABC” nombres de refugiados vascos en México, lo que acarreó la presencia de personas y coches sospechosos en las zonas donde nos movíamos habitualmente. Se habían dado seguimientos a ciertos refugiados y familiares. Por casualidad sale solo a por unos libros y desapareció para siempre. ¿Quién nos dice que lo que no pudieron acabar aquí lo acabaron allí?

Otro elemento sorprendente es que varias personas que se hicieron pasar por familiares del fallecido pidieron que fuera enterrado en una fosa común. ¿Ha llegado a saber algo más sobre ese intento de inhumar el cuerpo?

No he podido saber nada más. Sí que el guardia del cementerio nos dijo que habían sido tres o cuatro hombres y una mujer rubia, que eran españoles, y por los detalles que nos dio, pensamos que era “La Rubia” que andaba en Iparralde con el GAL. (“La Rubia”: así la llamábamos en la década de los 80/90 a esta agente de la Policía española que operaba con los GAL en Iparralde). Desde principios de los 90, la presencia de miembros de los cuerpos de seguridad aumentó mucho en México, y en la zona en la que vivíamos, ya en 1995 se da a conocer la presencia de esta mujer en suelo mexicano por parte de los refugiados políticos vascos, quienes sufrieron seguimientos… Pero no pudimos saber más, por una parte, porque el guardia no quiso colaborar más, me imagino que por miedo… Y por otra parte, porque las autoridades no hicieron nada por investigar; al contrario, todo eran problemas. Todos quisieron limpiarse las manos lo antes posible.

Las autopsias realizadas en México indicaban que había fallecido a causa de un infarto y establecían la fecha de la muerte entre los días 2 y 3, cuando se sabía con seguridad que había salido de casa el día 4. ¿Qué fiabilidad podían tener los resultados teniendo en cuenta ya de salida semejante desfase?

Ninguna, qué autopsia puede ser fiable si ya de partida las fechas de fallecimiento son incorrectas. “Txipi” desapareció un 4 de agosto y fue encontrado el 6. Por otra parte, las autopsias se hicieron en malas circunstancias, sin lo necesario, con el cuerpo en muy mal estado y a falta de órganos vitales, como el corazón, para hacer un diagnóstico correcto. Nosotros hablamos en México con un forense, el doctor Carrada, en el que teníamos confianza para que él hiciera la autopsia. La cuestión es que cuando llegó el momento, desapareció una vez que su nombre apareció en los medios de comunicación, no apareciendo ni respondiendo las llamadas. Otra vez más que desaparece alguien por miedo, presiones…. Todas las autopsias, tanto en México como aquí, a los 15 días, se dieron en muy malas condiciones.

El día 8 de agosto usted misma fue detenida por la Policía mexicana. ¿Cómo le justificaron esa actuación?

Me detuvieron en el momento que había quedado con un periodista mexicano de “La Jornada”, David Laporte. Estaba con él cuando me llevaron y por lo que le dijeron a él, me llevaban para identificar el cuerpo y enseñarme las fotos que hicieron en el cementerio. Fotos en las que aparecía el cuerpo tirado en el suelo y haciéndole una autopsia, en esas condiciones, puesto que la primera autopsia fue hecha en el suelo del cementerio. De ahí vino todo lo demás, preguntas, preguntas y más preguntas. Tras varias horas de interrogatorio, me dejaron libre.

A continuación vendrían el traslado del cuerpo y las nuevas autopsias, después de que durante unos días desapareciera el corazón, órgano fundamental para determinar si había sufrido un infarto. ¿Más problemas para intentar llegar a conocer al menos algo de la verdad?

Sí, fue un obstáculo tras otro. En un primer momento desaparecieron el corazón y ciertos órganos vitales, lo que las autoridades desmintieron diciendo que se los habían llevado para ser analizados. Sin embargo, el propio embajador, el señor De Andrés, me informó de que faltaban tres órganos vitales y, siendo así, el cuerpo no podía ser trasladado. Por otra parte, no se hizo ningún esfuerzo por mantener el cuerpo en las condiciones necesarias para poder hacer un estudio de las causas del fallecimiento. Esto acarreó que las siguientes autopsias se hicieran en un estado muy avanzado de putrefacción. Las autopsias que se hicieron en el Estado español fueron casi a las dos semanas del desaparecimiento de “Txipi”. Como bien he dicho antes, también desapareció el forense de confianza que habíamos contactado en México.

También se habló entonces de que el Ministerio de Interior español había intentado conseguir una especie de arrepentimiento de los miembros de los Comandos Autónomos, que Salegi rechazó. ¿Tiene constancia de que hubo ese intento por parte del Gobierno español?

Sí, hubo una o varias proposiciones de parte del Gobierno para que “Txipi” renegara de la lucha, pero él las rechazó, ya que era una persona íntegra en todos los aspectos. No fue un caso aislado; desde principios de los 90 hubo mucha presencia policial española en México y el Gobierno español intentó hacer más de un contacto con refugiados para intentar su reinserción.

Desde el primer momento ha sostenido que Salegi fue víctima de la guerra sucia. Sobre “Txipi” no existía orden de búsqueda y captura, ni solicitud de extradición. ¿Cree que al no poder llevárselo de México, decidieron directamente acabar con su vida?

“Txipi” siempre estuvo perseguido, tanto por el GAL como por las fuerzas represivas del Estado. Cuando nosotros fuimos a México, “Txipi” tenía la orden de búsqueda y captura y extradición. Estaba en un montón de idiomas, y estando allí, nos llegó la información de que había desaparecido esa orden. Cómo fue el proceso, no lo tengo muy claro. ¿Puede ser que la absolución fuera parte de la estrategia represiva del Estado para luego hacer lo que hicieron? No lo sabemos.

Casi 30 años después de lo sucedido, ¿sigue convencida de que “Txipi” fue víctima de la guerra sucia?

Así es, puesto que el interés que tenía el Estado hacia él se manifestaba en algunos interrogatorios que hicieron a los detenidos en Euskal Herria, donde les preguntaban por él, como las amenazas a familiares y amigos, a la persecución a la que fueron sometidos los Comandos Autónomos: como los fusilamientos de Pasaia, el asesinato de “Antxon Handia” [Pablo Gude Pego], los intentos de secuestro, o el seguimiento que habíamos recibido semanas antes de la desaparición cerca de nuestra casa en México, así como la negativa al intento de arrepentimiento por parte del Estado hacia “Txipi”… Aquí hay muchos interrogantes, como la aparición del cuerpo en una zona ya peinada, las zapatillas impolutamente blancas cuando supuestamente había aparecido en el cerro (zona no asfaltada), donde había llovido intensamente, la presencia de desconocidos cerca de donde apareció el cuerpo y, posteriormente, haciéndose pasar por familiares para enterrar el cuerpo, la desaparición y posterior aparición de los órganos, la declaración que tuvimos por parte de otro refugiado que aseguraba que en el momento de la aparición del cadáver este presentaba evidentes signos de violencia, como el fuerte golpe en la cabeza o las magulladuras en la parte superior del cuerpo, las malas condiciones de mantenimiento del cuerpo en Irapuato que parecían premeditadas... Por otra parte, en Euskal Herria se vivían tiempos muy convulsos, el secuestro de Blanco y su posterior ejecución... Si no me acuerdo mal, unos meses antes también apareció muerto en circunstancias extrañas un militante de ETA, Josu Zabala Salegi, “Basajaun”. Con esto quiero decir que la guerra sucia no acabó en los GAL, sino que siguió con o sin nombre. El Estado no olvida y eso lo sabemos muy bien en Euskal Herria. Después vinieron casos como Jon Anza.