Sobrecarga emocional
En tiempo festivo confundo lo emocional con lo sensacional. Me explico mal. Quiero decir que a veces nos sometemos de manera inconsciente a una sobrecarga de responsabilidad, de emociones, de expectativas o de realidad circundante. Y si en pleno proceso evolutivo desde la txaranga al Spotify, muere Alain Delon, ahí nos encontramos con todos los agujeros de la memoria dispuestos a que aparezcan los fósiles de nuestra entidad más juvenil, más dispuesta a la magnificación de cuerpos y películas.
Este hombre bello, carismático, una estrella rutilante que apreció en el cine acompañado de mujeres bellas, en un principio siempre mejor consideradas por sus cualidades interpretativas que su galán, ha muerto con ochenta y ocho años, tenía serios problemas de salud, estuvo acariciando la posibilidad del suicidio asistido o la eutanasia, acabó con conflictos familiares por la herencia y las reseñas le relacionaba con Le Pen, aunque su manera de vivir fuera contradictoria a ese movimiento ultra al que es bien cierto que respaldó, al igual que a una candidata socialista por Marsella.
Delon dejo una docena larga de películas de la historia universal del cine dignas de ser recordadas, visualizadas y ensalzadas. Trabajó con los mejores directores de su época, compartió repartos con grandes actrices y actores, dijéramos que, apartando los momentos turbios de su biografía, con eso tendría bastante para encaramarse a ese territorio tan limitado en extensión de ser considerado una leyenda. ¿Por qué exigimos a los demás mucho más que a nosotros mismos?