31 AGO. 2024 DE REOJO Piñas y berenjenas Raimundo FITERO Tinder en el supermercado. O, dicho de otra manera, una magnífica idea de mercadotecnia de una cadena de supermercados que es casi hegemónica en muchos lugares. Se hace correr la idea básica de que en una gran superficie se ha establecido una suerte de hora feliz en la que las personas no solamente van a hacer la compra si no que a base de un lenguaje preciso codificado se establecen contactos para ligar. Sale esta rumorología a mediados de agosto y se termina el mes con reportajes en todos los medios de comunicación, lo que se supone que significa que, en esa hora concreta Mercadona se llena de ingenuos y ingenuas o simples curiosos que se concentran para ver si es verdad o para hacerlo realidad figurada. La clave es que quien vaya con esa intención de siete a ocho de la tarde debe poner una piña natural en el carro boca abajo. No una lata de piña en rodajas. Y a partir de esta tontería se hace un relato, se montan minutos y horas de televisión barata, se acaba con las existencias atrasadas de piña y se hace un publicidad añadida a una empresa que va sobrada de incentivos. A partir de este bulo, salen otros que se refieren a otros supermercados y lo que uno acabó por entender es que, además de la publicidad gratuita, la gente va a buscar humor más que amor. Pero lo de las frutas y los lenguajes del flirteo y ligoteo es algo habitual. La berenjena se convirtió en un emoticón decisivo. Y hay muchos más lenguajes. Lo cierto es que existe una excitación colectiva, una necesidad de buscar el amor. O el sexo. Y conocerse en directo es mucho mejor. Digo yo.