La jefa de prensa del secretario general del PSOE nos había pedido a los periodistas que acudimos a Lehendakaritza que pactáramos entre nosotros cinco preguntas para Pedro Sánchez y que se las hiciéramos llegar. Como esas no son formas que se utilicen por estos lares, no hubo pacto ni comunicación y a la rueda de prensa se llegó a que cada cual planteara lo que quisiera. Se hicieron cinco preguntas, una sexta y la jefa de prensa advirtió: «la última». Y ahí cabe pensar que escuchada la séptima pregunta y sobre todo la respuesta, tuvo que pensar que mejor si nos hubiéramos quedado en cinco.
Se le planteó al líder del PSOE si era tiempo de cambiar la política penitenciaria. Y respondió que «es tiempo de cumplir la ley y la ley es muy clara. Lo que dice la ley es que aquellos presos políticos que manifiesten una voluntad clara de reinsertarse socialmente y de reconocer el daño causado, tendrán la opción de poder hacerlo».
¿Había dicho «presos políticos»? Lo había dicho y así lo resaltamos algunos de inmediato en redes sociales.
Hora y media después, aproximadamente, el PSE hacía pública una nota para dar cuenta de la reunión de Pedro Sánchez e Idoia Mendia con el lehendakari. En su último párrafo se podía leer: «ante una posible confusión por los términos utilizados durante la comparecencia ante la prensa, el líder del PSOE ha dejado claro que bajo ningún concepto un terrorista puede ser calificado como ‘preso político’. ‘Nadie que haya asesinado, amenazado, extorsionado o secuestrado, o que haya colaborado para cometer esos delitos, está en la cárcel por ideología, sino por ser un criminal’. En cualquier caso, Sánchez pide expresamente disculpas si la confusión generada en la rueda de prensa pueda haber añadido dolor a quienes se hayan visto afectados por la pérdida injusta de sus seres queridos».
La «estafa» de Prieto y García
Esta semana se ha conocido que el TSJPV ha admitido la denuncia de la Fiscalía contra el ex secretario general del PSE alavés, Txarli Prieto, y el secretario de organización, Victor García Hidalgo, por «estafa» y «falsedad documental», por haber enviado a la dirección del PSOE facturas de supuestas obras de seguridad que en realidad no se habrían realizado. Las facturas, de la empresa de Prieto, servían para agotar la cantidad de ayudas destinadas a Araba y para que no fueran a otras zonas.
Preguntado por ello, Sánchez aludió al código ético del PSOE y a su convenio con la ONG Transparencia Internacional, que fija la «línea roja» en la apertura de juicio oral. Al señalarle que el perjudicado de la estafa es el propio PSOE, repitió al respuesta. Al solicitarle una opinión como supuesto estafado, demandó respeto para la posición de su partido y añadió que «ni vamos a amparar a corruptos ni tampoco vamos a descalificar ni a expulsar a inocentes».
Fue una rueda de prensa extraña, en la que el invitado a Lehendakaritza intentó poner las reglas de juego y que nos obligó a levantar la mano para pedir la vez que la jefa de prensa del PSOE nos fue dando para preguntar. Algo inédito por aquí.
Aparente buena sintonía entre el líder del PSOE y Urkullu
La de ayer fue la primera reunión personal entre el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, elegido ya hace un año, y el lehendakari, Iñigo Urkullu. Ambas partes hicieron un esfuerzo por destacar los aspectos que pueden unir a sus estrategias, como la lucha contra el paro y la necesidad de una reforma constitucional, en lugar de resaltar las diferencias existentes.
El encuentro vino precedido de los pactos alcanzados por el PSE y el PNV para gobernar en ayuntamientos y diputaciones y de la voluntad de intentar extenderlos también al Congreso tras las próximas elecciones. Al acabar, Lehendakaritza hizo pública una nota genérica señalando que Urkullu había expresado sus opiniones sobre el autogobierno, la necesidad de una redefinición del modelo de estado y sobre las iniciativas del Plan de Paz y Convivencia, un tema, este último, sobre el que Pedro Sánchez no dijo nada en su intervención.
El secretario general del PSOE destacó la buena sintonía con Iñigo Urkullu y expuso los planteamientos ya conocidos sobre la reforma constitucional, cuyo eje es «articular de mejor manera la unidad de España». En respuesta a preguntas sobre Catalunya, intentó convencer de que la apuesta federal de su partido puede ser atractiva para una mayoría de catalanes. I.I.