Ramón SOLA
DONOSTIA

El éxito de Baiona y Bilbo interpela al inmovilismo y a los partidos tibios

La elevada participación, superando las previsiones, la pluralidad y el tono de las movilizaciones de Baiona y Bilbo reactivan la lucha por los derechos de los presos. Sare presentará hoy una campaña. La implicación de la víctima Rosa Rodero ha interpelado a los inmovilistas; y los más de 70.000 manifestantes, a los partidos que optaron por quedarse al margen.

El gran resultado de las movilizaciones de Sare y Bagoaz en Bilbo y Baiona ha tenido cuatro efectos claros inmediatos. Por un lado, interpelar a los sectores más inmovilistas, como PP y Covite, que tuvieron que justificar ayer su respaldo a la cruel política de dispersión. Por otro, dejar en evidencia la escasa implicación en la protesta de fuerzas políticas contrarias a esta política carcelaria como PNV y Podemos. Junto a ello, ha confirmado que la cuestión de los presos sigue generando una enorme preocupación social. Y por último, legitima la línea de acción de los colectivos organizadores frente a estrategias divergentes con mucho menor respaldo y viabilidad.

Comenzando por el primer punto, la aportación a la marcha de Rosa Rodero –viuda del sargento de la Ertzaintza Joseba Goikoetxea, muerto a manos de ETA– ha supuesto más que un gesto personal. Su discurso en medios españoles y vascos ha roto trincheras y emplazado directamente a quienes se parapetan tras estas víctimas. Así, Consuelo Ordóñez (Covite) salió a la palestra ayer para defender su posición afirmando que «yo no actúo con odio, solo es afán de verdad y justicia». Redujo la dispersión a algo temporal cuyo final depende de los presos porque «solo se exige desvincularse de ETA para cumplir sus penas en el País Vasco». Algo similar hizo la número dos del PP vasco, Nerea Llanos, al señalar que «los reclusos tienen en su mano que la situación cambie. No pueden hacer un chantaje al Gobierno o las instituciones para que la ley no se cumpla». Estas palabras, tras las multitudinarias manifestaciones, fueron bastante más suaves que las de su compañero Borja Sémper en la mañana del sábado en Radio Euskadi, cuando acusó a ETA de «estar torturando no solo a los propios presos sino también a sus familias» (con lo que, de paso, explícitamente admitía qué supone la política de dispersión).

En paralelo, la pluralidad de las marchas ha dejado fuera de sitio a formaciones como PNV y Podemos, que se limitaron a dar libertad de acudir y no enviaron representantes a las primeras filas pese a declararse claramente en contra de la dispersión. Esta posición queda retratada aún como más insuficiente si se mira en el espejo del norte, dado que a Baiona no dudaron en acudir altos representantes institucionales comenzando por el alcalde de la capital labortana, el centrista Jean René Etchegaray. Llamó la atención también que el Gobierno de Lakua actual se inhibiera ante esta cuestión tan urgente cuando en la cabeza sí había dos exconsejeros, Joseba Azkarraga y Gemma Zabaleta.

Activación y consenso

En un nivel más interno, las manifestaciones revitalizan claramente la lucha por los derechos de los presos, tras unos meses en que parecía un tanto alicaída por la falta de resultados y las disensiones. Las dinámicas de Sare y Bagoaz se confirman como capaces de llegar a nuevos sectores. Sare presentará hoy mismo una nueva campaña, adelantada en las miles de pegatinas repartidas en Bilbo que animaban a los participantes a «tomar el tren». Otra muestra de esta vitalidad fue el festival solidario de ayer en Etxarri-Aranatz, con dos sesiones y entradas agotadas.

El éxito de las movilizaciones no fue puesto en duda ayer por ningún medio; al contrario, quienes no realizaron recuentos propios dieron como buena en Bilbo la cifra de 70.000 participantes (ofrecida por la Policía Municipal) y ‘‘Sud-Ouest’’ elevó a 10.000 la asistencia en Baiona, frente a los 71.000 contados por GARA en los dos puntos (63.000 y 8.000 respectivamente).

Las dos manifestaciones discurrieron con total concordia, buen ánimo y momentos muy emotivos, como cuando en Bilbo los miles de manifestantes se arrancaban a cantar el ‘‘Hator, hator’’ al paso de las columnas de familiares. El colectivo disidente ATA realizó una manifestación posterior por su cuenta que reunió a centenares de personas.