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Entrevista
Ali Esbati
Economista y miembro del ‘Think tank’ Manifest

«El ataque hizo que más personas fueran conscientes del racismo y el odio existente en algunos ambientes de la derecha»

Ali Esbati nació en Irán y, con seis años, emigró a Suecia con sus padres. Ejemplo del modelo de integración escandinavo, ha desarrollado su carrera como economista en Noruega, donde también es miembro del ‘Think tank’ de izquierdas Manifest. El 22 de julio de 2011 estaba en la isla de Utøya para dar una charla, cuando Anders Behring Brievik desembarcó disfrazado de policía y asesinó a sangre fría a 69 personas.

Ali Esbati, economista y miembro del ‘Think tank’ Manifest

¿Qué ambiente se vive en Noruega después de los ataques del año pasado y el reciente juicio a Breivik?
Es imposible hablar de un estado de ánimo general o de una tendencia específica. Hay muchas cosas que van volviendo a la normalidad, para bien y para mal. Creo que el ataque hizo que más personas fueran conscientes del racismo y el odio existente en algunos ambientes de la derecha. Al mismo tiempo, creo que el debate se ha centrado demasiado en la psique individual de Breivik y demasiado poco en sus creencias políticas. El desarrollo futuro no será el resultado de procesos automáticos, sino más bien el resultado de las luchas diarias sobre la agenda política.

En medios internacionales se criticó intensamente la actuación de la Policía el 22 de julio de hace un año, sobre todo por el tiempo que tardó en llegar a Utøya. ¿Se ha dado ese debate en Noruega? ¿A qué conclusiones se ha llegado?
Es fácil criticar a posteriori. Hay que recordar que cuando comenzó el tiroteo en Utøya, Noruega se enfrentaba al mayor ataque terrorista después de la Segunda Guerra Mundial, es decir, los atentados en Oslo. Pero sí, también ha habido un debate en Noruega, una comisión ha sido designada para hacer un análisis exhaustivo y sin duda, habrá cambios en las rutinas, etc.

En otros lugares, la reacción a una masacre como la que sufrieron ha derivado en una obsesión con la seguridad, no hace falta más que ver la reacción de EEUU tras los atentados del 11-S. En Noruega da la sensación que la reacción ha sido más bien la opuesta. ¿Cómo se explica?
Bueno, ha habido un cierto aumento de la seguridad, pero estoy de acuerdo en que no es obsesivo, lo cual me parece un gran alivio. Creo que la sociedad noruega es generalmente más ‘suave’ y más basada en la razón que muchas otras, en gran parte debido a las diferencias relativamente pequeñas de la propia sociedad y de una larga tradición de Estado de bienestar. Particularmente, me parece que las reacciones de los líderes políticos son de gran importancia en situaciones como esta, y en Noruega, el primer ministro Stoltenberg marcó la pauta desde sus discursos iniciales, al evocar la solidaridad en lugar de la venganza.

¿Cómo se vive el debate judicial sobre la locura o la cordura de Breivik?
En la sociedad se pueden encontrar todo tipo de posiciones. Mi sensación es que a la mayoría le gustaría verle en la cárcel. Por otro lado, creo que los que comparten algunas de las creencias de Breivik se verían algo aliviados si es considerado ‘loco’.

Breivik explicó en el juicio que cometió los asesinatos para «defender su grupo étnico». Sin otorgar excusas al acusado, es cierto que la inmigración en Noruega ha crecido mucho en los últimos años. ¿Cómo se está gestionando? ¿Qué parte de la población lo ve como un peligro?
Es peligroso, y al mismo tiempo erróneo, culpar a las víctimas de la discriminación y el racismo de los problemas estructurales a los que se enfrentan. No es la inmigración ‘per se’ lo que ha provocado el aumento del populismo de derecha y la islamofobia. De hecho, las actitudes antiinmigrantes han tendido a ser más frecuentes en las zonas donde hay un menor número de inmigrantes viviendo. El populismo de derecha y la islamofobia son fenómenos políticos en todo el mundo occidental, que deben entenderse en un contexto más amplio que el noruego. Es importante destacar, además, que el ‘pensamiento único’ neoliberal -la idea de que solo hay un camino a seguir respecto a las cuestiones de economía, política social, distribución de la riqueza y los ingresos- ha reducido la gama de alternativas políticas que la gente tiene en las elecciones generales.

El eje económico del discurso político se debilita, lo que da una oportunidad de crecimiento a las tendencias populistas de derechas, que ven la ocasión de activar diferentes valores políticos. En los últimos 10-15 años, la islamofobia ha llegado a desempeñar un papel importante en este desarrollo, especialmente después de los ataques del 11-S y las guerras en Afganistán e Irak. Podemos ver una tendencia en muchos países europeos, en los que partidos políticos a favor de la ‘integración’ han emulado gran parte de la retórica y de las ideas de la derecha populista.

Parece que en el último año, el ultraderechista Partido del Progreso ha decaído, pero sigue teniendo una presencia importante. ¿Cuáles son los peligros?
La xenofobia y el populismo de derechas no son fenómenos que puedan confinarse y reducirse a un solo partido político. Sin embargo, el Partido del Progreso juega un papel importante, ya que es el principal vehículo para la importación de una visión del mundo más xenófoba e islamófoba dentro de los partidos políticos tradicionales.

Noruega es uno de los últimos bastiones del Estado de bienestar. ¿Cuál es la importancia que se le otorga en el país a dicho modelo?
Por lo general, las condiciones de vida relativamente igualitarias que el Estado de bienestar crea contribuyen en forma positiva a reducir las tensiones y los conflictos. Sin embargo, los partidos populistas de derecha en los países escandinavos han adoptado a menudo una especie de «chovinismo de bienestar», argumentando que los inmigrantes son la principal amenaza para el Estado de bienestar. En el caso del Partido del Progreso, es interesante ver que se adhieren a esta retórica, mientras que son, al mismo tiempo, los campeones de la privatización y las normas más estrictas.

Este es un tema clave en el discurso político contemporáneo en toda Europa occidental, y en los países nórdicos en particular: si los partidos de derecha logran ‘etnizar’ el debate sobre el Ëstado del bienestar, será más fácil hacer retroceder dicho Estado; en detrimento, por supuesto, de capas mucho más amplias de la sociedad que los inmigrantes.