INFO

El hijo del dictador Marcos es el relevo del autoritario Duterte en Filipinas

El hijo del dictador Marcos, en tándem con la hija de autoritario Duterte, se encamina hacia una amplia victoria en las elecciones presidenciales, según los recuentos no oficiales. La alianza dinástica, el blanqueamiento de los Marcos y el clientelismo explican el drama filipino.

»Bongbong» Marcos se encamina hacia una amplia victoria en la presidenciales de Filipinas. ( Jam Sta ROSA )

El candidato Ferdinand ‘Bongbong’ Marcos Junior, hijo del dictador que dominó Filipinas durante 20 años, se encamina hacia una amplia victoria en las elecciones presidenciales, cuando ya se ha escrutado el 96% de los votos, según los recuentos no oficiales.

Así, Marcos se ha hecho con casi 30,5 millones de votos y se sitúa por delante de la actual vicepresidenta y líder opositora, Leni Robredo, que cuenta con algo menos de 14,5 millones de votos, según recoge el diario filipino ‘PhilStar’.

Este recuento extraoficial, basado en más del 80% de los votos emitidos, da al mediático boxeador Manny Pacquiao más de 3,8 millones de votos, mientras que al alcalde de la capital, Manila, Fancisco Domagoso, le concede algo más de 1,8 millones de apoyos.

En la carrera a la Vicepresidencia de Filipinas, la hija de Duterte, Sara Duterte-Carpio, lidera el recuento extraoficial con cerca de 30 millones de votos, por delante del senador Kiko Pangilinan, con 8,7 millones, y del presidente de la Cámara Alta, Vicente Sotto, con algo menos de 7,8 millones.

Tras conocerse este recuento preliminar, Marcos ha querido mantener la calma y ha defendido que «aunque muchos dicen que se acabó, en realidad todavía no», y ha abogado por esperar para celebrar la posible victoria hasta que el recuento esté completado al 100%.

«Pero incluso aunque el conteo aún no haya terminado, mi gratitud no puede esperar», ha añadido el ahora mismo candidato mejor perfilado para suceder a Duterte, quien además ha llamado a sus seguidores a «vigilar la votación».

Por su parte, en un discurso de madrugada, Robredo ha denunciado ciertas «irregularidades» en el proceso electoral, si bien es cierto que ha llamado a su electorado a respetar el «proceso democrático», que debe «reflejar la voz total y adecuada de la gente».

«Si bien hay algunos votos que aún no se han contado, mientras que hay preguntas sobre esta elección que deben abordarse, cada vez es más claro cuál es la voz de la gente», ha apuntado Robredo respecto a la ventaja que da el recuento extraoficial a Marcos.

Filipinas (108 millones de habitantes) vota este lunes para elegir a su próximo presidente, que sustituirá al polémico Rodrigo Duterte, tras una campaña muy polarizada en torno al claro favorito, «Bongbong» Marcos, hijo del fallecido dictador Ferdinand Marcos (1965-1986).

La dupla de Marcos con Duterte-Carpio, que se ha mantenido con ventaja en las encuestas respecto a la fórmula de Robredo, ha contado con una campaña basada en aplaudir los años de la dictadura en un exitoso ejercicio de revisionismo histórico combinado con una campaña de desprestigio hacia su principal oponente.

Impunidad para el presidente

El mandato de Duterte ha polarizado profundamente al país y ha dejado cicatrices por su guerra contra las drogas, que ha causado 6.200 muertos, según cifras oficiales, aunque los grupos de derechos humanos hablan de entre 27.000 y 30.000 fallecidos, muchos de ellos ejecutados extrajudicialmente.

Investigaciones dentro del país amenazan con procesarle por esa feroz represión, mientras que la Corte Penal Internacional ha anunciado que investigará a su Gobierno por crímenes de lesa humanidad, una labor que se presume imposible si su hija logra vicepresidenta del país y muy difícil si Marcos gana y le paga con la impunidad por la alianza entre ambas familias.

En su posición de favorito indiscutible, «Bongbong» Marcos ha mantenido un perfil bajo durante la campaña, no ha participado en los debates y ha dado contadas entrevistas en las que insiste en una vaga idea de unidad nacional. Poco se sabe de sus propuestas concretas para el país, a parte de crear empleo e invertir en infraestructuras, en línea con las promesas de Duterte.

Blanqueamiento de los Marcos

La familia Marcos huyó en 1986 del país a su exilio de Hawai tras una revolución popular pacífica que terminó derrocando al dictador, quien falleció en la cama en la isla estadounidense tres años después de su huida.

Investigaciones posteriores desvelaron que durante los años de la Ley Marcial impuesta por Marcos (1972-1981), al menos 3.257 personas acusadas de disidencia fueron ejecutadas de manera sumaria, miles fueron torturadas y unos 10.000 millones de dólares fueron robados al erario público, según cifras de la Comisión del Buen Gobierno, un organismo nacional creado para recuperar los fondos usurpados.

Muchos filipinos consideran hoy día a los Marcos como los modernizadores del país, patriotas, compasivos y ven aquellos años como la época dorada de Filipinas. El apoyo a «Bongbong» incluye a mucha gente que no había nacido entonces y se explica porque los Marcos llevan dos décadas con una campaña de desinformación para blanquear su legado,. El fenómeno se ha intensificado en los últimos años con la complicidad del Gobierno Duterte.

Aunque las redes sociales han eliminado cientos de cuentas por desinformar, los bulos y mentiras políticas abundan en Facebook, Youtube y TikTok, principalmente entre internautas que retransmiten en directo.

Una desinformación, principalmente en Facebook, de la que lleva años advirtiendo la periodista y Nobel de la Paz filipina, María Ressa,

El clan de los Marcos ha estado encabezado en los últimos años por Imelda Marcos, de 92 años y esposa del dictador fallecido. La victoria de su hijo podría garantizarle asimismo la impunidad. Y es que en 2018 fue condenada a entre 42 y 77 años de cárcel por siete delitos relacionados con trasferencias de 200 millones de dólares del erario público a sus cuentas en Suiza y se encuentra en libertad bajo fianza.

Robredo, el dique más progresista

Si se confirman los resultado no oficiales, la actual vicepresidenta, Leni Robredo, se quedaría lejos de dar la sorpresa y de aquellas voces que auguraban que los resultados iban a ser mucho más ajustados de lo que se anunciaba. Recordaban que en 2016, Robredo ya venció de manera ajustada a «Bongbong» Marcos en los comicios a la vicepresidencia.

Abogada de derechos humanos y azote de Duterte y su guerra contra las drogas, Robredo había conseguido movilizar a centenares de miles de personas en sus actos de campaña y aglutinar al electorado progresista y más urbano.

La oposición al tándem Marcos-Duterte la aglutina Robredo, actual vicepresidenta y abogada de derechos humanos, que presenta una agenda más feminista y cercana al colectivo LGTBI, en un país muy conservador y tradicionalmente alérgico a avances de gran calado en materia social, y centrada en combatir la corrupción, impulsar la educación pública y reducir la pobreza contaría con uno de cada cuatro votos, según los últimos sondeos.

«Las diferencias en las preferencias por estratos socioeconómicos son evidentes», asegura Dean Dela Paz, periodista veterano y experto en política nacional, quien explica que el apoyo a Marcos se concentra de modo abrumador entre la población con menores niveles de estudios, mientras que Leni Robredo despierta simpatías especialmente entre la minoría más formada del país.

La polarización de la campaña ha relegado a un segundo plano los problemas económicos derivados de la pandemia, ya que Filipinas sufrió uno de los confinamientos más largos del mundo.

Además de la pobreza y desigualdad endémicas, el país sufre una inflación galopante que ha encarecido los carburantes y se ha traducido en un incremento que ronda el 10 % en los precios del transporte en el primer trimestre del año, según el Gobierno.