Jose Ignazio Ansorena

No determinante

Laura Garrido, en nombre del Partido Popular, exigirá al Gobierno Vasco que, para solucionar la escasez de personal médico en Osakidetza, la exigencia de euskara deje de ser determinante, que se exceptúe. Lo primero es la salud. Estoy de acuerdo con Laura. Si se aplica lo mismo al español. Podría perfectamente acceder a una plaza una médico de Baigorri, que solo hable euskara y francés, o un cirujano de la India que se maneje tan solo en urdu e inglés. Señor Pradales, he ahí la fórmula para solucionar los problemas de nuestra anciana Osakidetza. Junto a dotarla de mejores presupuestos y organizarla mejor, claro. Pero eso no parece tan importante.

Podríamos recomendar a Laura que utilicen el mismo truco en otras comunidades. Por ejemplo, en Madrid, donde gobierna su partido y tienen montado un buen potaje con la Sanidad. Se podría organizar algo de turismo médico para aquellos sanitarios que quieran huir de los países fríos. Trabajar por las mañanas en el hospital Zendal y por las tardes tomarse unas cañas en los barrios del Retiro, La Latina o Recoletos. Planazo.

¿Ven cómo no soy turismófobo? Así nos llamaban a los que denunciábamos los problemas de los pisos turísticos, la masificación de visitantes o la subida de los precios de la vivienda en algunos barrios. Veíamos fantasmas. El señor alcalde de San Sebastián presentó orgulloso una auténtica chapuza de ordenanza que habían aprobado para esos pisos. Han pasado unos pocos años, en toda España ha prendido la queja contra ese modelo de alojamiento y el turismo masivo, y gran parte de las autoridades han aparecido en la prensa disimulando ante el problema que ellos mismos acrecentaron y proponiendo pseudosoluciones.

Los de extrema derecha no disimulan. Ahí la base de su éxito: hablar claro, decir solo simplezas. Verdades o mentiras no importa, porque el criterio de los privilegiados para distinguir entre nuestro bando y el contrario suele ser seguir sentando nuestras posaderas en los tronos de que disfrutamos desde antiguo. Que no nos muevan la silla. No parece que el proceso de enraizamiento de la extrema derecha que se registra en Occidente vaya a frenarse en breve.

Incluso los que no entienden nada (quizá yo esté entre ellos) también tienen derecho de voto. Es la base de la democracia. ¿Por qué da, por ejemplo, en EEUU una mujer pobre de raza negra su voto a Trump? Quizá porque ofrece el mejor espectáculo. Se pasa bien con los show del bufón colorado y mentiroso. Pone las emociones en ebullición y sacia las rabias íntimas de muchos. Una representación enorme, emocionante y sin pagar. Eso creemos, aunque en realidad nos sale muy caro.

La democracia tiene sus fallas. Y la versión llamada democracia liberal ni es liberal ni del pueblo y tiene el vicio en su misma base. Si alguien tiene buenas intenciones e ideas y quiere llevarlas a la práctica, ha de conseguir cierto poder, y para lograrlo, ha de convencer a las gentes. Lo que supone cumplir al menos dos condiciones: explicar lo muy complejo de manera simple (tarea imposible) para que se entienda, y edulcorar sus mensajes para que los medios de comunicación poderosos no le boicoteen. Y ahí entran en tarea los responsables de comunicación. Nada que ver con el comunismo. En euskara, si no se exceptúa, se entiende bien: hay que pasar el discurso por el común (komuna).

Algunos quisieran exceptuar no solo el euskara: también la continua propaganda contra la violencia sobre las mujeres, las carísima recepción de inmigrantes, todo lo que se acoge bajo el ridículo nombre de LGTBI+, lo de la brecha salarial entre géneros... Yo los exceptuaría a ellos.

He visto en Euskal Telebista al senegalés Mamadou Sarr hablando en euskara con naturalidad. Mejor que Laura y ni qué decir que Iturgaiz. Es carpintero. Si en Osakidetza se necesitan, podría presentarse para una plaza. También es remero, en la trainera de San Pedro. Nunca hago apuestas, pero en la regata de la Concha de este año acaso haga una excepción y, si llegan, ponga unos dineritos a favor de San Pedro.

El euskara tampoco era determinante con Franco. Y los casi únicos emigrantes que andaban por aquí eran los de la Guardia Mora.

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