A veces me pregunto: ¿qué imaginan los bienpensantes sobre qué ocurre en la alcoba de esa mujer soltera, con su amiga en esas noches de vino y rosas?

A veces me pregunto: ¿qué les molesta a esa caterva de ignorantes o hipócritas que esas mujeres se diviertan con el juego carnal de una pareja en aquelarre íntimo y decidan degustar un suculento guiso de conejo con tomates fritos?

A veces me pregunto: ¿qué opinan esos bienpensantes de tal ayuntamiento contra natura tal y como revelan los legajos antiguos de la sexología?

A veces me pregunto ¿qué amenaza sienten a sus vitales creencias o a su egolatría?

A veces, me pregunto, y me da risa.