Martin Garitano
Periodista
IKUSMIRA

Lo que es la envidia

Hay quien ante el triunfo del vecino, del amigo, habla de envidia sana. No lo comparto. La envidia es más mala que el sebo en un guiso porque, en definitiva, somos conscientes de que refleja, en el éxito ajeno, el fracaso propio.

Y, a pesar de ello, reconozco que siento envidia al pasear por las calles de Catalunya. Sentí envidia cuando les escuché cantar, en el castellano de Peret, la rumba «Barcelona tiene poder» el día de la histórica consulta independentista del año pasado. Y no se me borrará de la memoria mientras viva la estampa de Raimon cantando “Tots els colors del verd”, en la Plaza de San Jaume ante Gemma Zabaleta, Jone Goirizelaia y Ainhoa Aznarez, entre otras valientes mujeres de Ahotsak. Las que supieron unir diferencias para el bien común.

Y, aunque me cuesta, confieso que me puse verde como el perejil de envidia en el reciente y emocionado homenaje a nuestro Txiki, en Cerdanyola, al comprobar la ilusión que se ha instalado en una sociedad, un pueblo, que ya ha decidido emancipar. Hoy o mañana...

Más envidia aún: la izquierda ha logrado que la burguesía aceptara la invitación al proceso creativo y llenar así de contenidos de progreso el proceso de creación de la pronto nueva República de Catalunya.

Envidio a las catalanas y a los catalanes por muchas más cosas. Me gusta la falta de crispación el aire mediterráneo, tan liberal; el champañet que está frente a la Euskal Etxea; el sentimiento de hermandad con nuestro pueblo; me pirran los calçot; los castellet... Bueno, con decirles que me gusta hasta la sardana, todo está dicho.

Verde de envidia me tienen. Verde.

Bon cop de falç, defensors de la terra!