2016 MAI. 20 IKUSMIRA Populismo con mitra, palio y solideo Pablo Ruiz de Aretxabaleta Periodista Jorge Mario Bergoglio ha conseguido labrarse una buena imagen no solo entre los adeptos a su religión sino más allá, con declaraciones y denuncias sobre desigualdades, pobreza, o refugiados. Y no es poco, dados los predecesores que han venido luciendo el Anillo del Pescador. Pero las actitudes prácticas hacen dudar de si esto es un cambio –lento como esos que hacen que Roma necesite 300 años para admitir que no estuvo bien condenar a Galileo– o la adaptación a un discurso populista. Francisco acaba de ensalzar una «sana laicidad» del Estado. Eso sí, desde la jefatura de un estado teocrático y con una iglesia que sigue financiándose con dinero público, controlando buena parte de la educación de los menores y condicionando la vida política pública. Porque, al mismo tiempo, el papa advierte del «derecho a la objeción de conciencia de los funcionarios» que no quieran aplicar las leyes que se opongan a sus creencias. A la vez, el presidente de la Conferencia Episcopal italiana, Angelo Bagnasco, condena la apobación en Italia de una descafeinada ley sobre parejas del mismo sexo; su homólogo portugués, Manuel Clemente, arremete contra la ley que autoriza las «madres de alquiler» en casos de infertilidad por ser «contraria a la civilización cristiana»; el propio Vaticano rechaza el nombramiento del embajador francés Laurent Stefanini, y obliga a la laica Francia a elegir a otro, por ser homosexual. Y, el cardenal de Valencia, Antonio Cañizares, alerta del peligro del «imperio gay y ciertas ideologías feministas».