Nora FRANCO MADARIAGA
Opera

Simon y Simón, un dúo bien avenido

Enfrentarse a una obra maestra como “Don Giovanni” siempre es un reto, pero la directora canadiense Keri-Lynn Wilson ha apostado sobre seguro con una versión fiel al estilo clasicista, con un Mozart demasiado escolástico pero sin duda bien ejecutado al que la OSE se plegó magníficamente, dejando por una vez que las maderas sobresalieran un punto respecto a las cuerdas dándole así un matiz mucho más cálido, fluido y elegante. Lástima que el equilibrio sonoro entre foso y escena no fuese el adecuado en algunos momentos.

De la misma manera pero peor fortuna, una puesta en escena con vestuario de época y un único decorado atemporal pretendía alejarse del riesgo y contentar a todo el mundo, pero se ha quedado corta, con un juego de puertas infrautilizado y algunas escenas excesivamente estáticas que aportaban poco más que una versión concierto.

Afortunadamente, un reparto excelente salva con creces cualquier inconveniente. Simon Keenlyside (Don Giovanni) y Simón Orfila (Leporello), con voces poderosas, redondas y muy teatrales, dominaron la obra en todo momento, con arias llenas de expresividad y lucimiento y unos magníficos recitativos que atrapan al oyente en la acción. Sobresaliente la interpretación del menorquín Orfila, aprovechando un personaje complejo y lleno de contrastes.

En cuanto a las voces femeninas, Davinia Rodríguez presentó una voz desigual, ligera y penetrante en el agudo y las coloraturas pero muy tragada y más pesada en el registro central-grave. Serena Farnocchia, por el contrario, nos descubrió una voz vibrante, aterciopelada y dulce, muy adecuada para un papel que presenta las arias más íntimas y profundas. Por su parte, Miren Urbieta demostró que se encuentra en un buen momento, con una voz carnosa y ágil de pianos delicados y gran presencia en escena.

Completan el reparto el tenor José Luis Sola que, con sencillez, lució una voz timbrada que utilizó con mucha inteligencia y elegancia, el barítono-bajo Giovanni Romeo que, aunque comenzó con cierta timidez, terminó haciendo gala de frescura, brío y gran soporte en los conjuntos, y el bajo Gianluca Buratto que, pese a una intervención más breve, encandiló al público con su voz llena, rotunda y muy expresiva. En definitiva, un elenco que no se arredró ante una de las mejores óperas del mundo.

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