Víctor ESQUIROL
CRÍTICA «El fundador»

El manantial del billón de dólares

E l error más frecuente en el que cae el biopic es el de confundir el cine con el marketing. En los últimos años, y vistos los altos niveles de rentabilidad académica, han proliferado, cual establecimientos de McDonald’s, una serie de títulos dedicados a plasmar cinematográficamente la vida, obra y milagros de ciertos personajes que, en mayor o menor medida, para bien o para mal, han moldeado los tiempos que nos han tocado vivir. Tomemos, por ejemplo, al gurú Steve Jobs, protagonista póstumo de dos películas dedicadas a su legado.

La primera, dirigida por Joshua Michael Stern y protagonizada por Ashton Kutcher, un horror; la segunda, de Danny Boyle y con Michael Fassbender, una joya. La diferencia entre ambas: la distancia que ponían respecto al astro. Una se abrazaba a él y se abrasaba, en un gesto de pleitesía que dejaba a todo el mundo en ridículo. La otra entendía que no puede haber empatía sin tener en cuenta el defecto.

Pues bien, el nuevo film de John Lee Hancock es un ejemplo enciclopédico de ambos extremos. La naturaleza bipolar de la cinta debe interpretarse como lo que es: un acierto rotundo. Al fin y al cabo, el protagonista principal de la función, Ray Krock, solo puede despertar o admiración o repulsión. Cosas de ser el fundador del mayor imperio del fast food... tras haber robado la idea originaria a sus legítimos inventores.

La falta de ideas desde la dirección es compensada por el espacio que esta deja a lo que realmente importa. La partitura del gran Carter Burwell, un Michael Keaton en estado de gracia y, sobre todo, un guion no menos inspirado a manos de Robert D. Siegel. A cada escena que pasa, este se va confirmando como un estupendo y aterrador retrato sobre el sueño americano. Algo así como el reverso tenebroso del mito del “self-made man”. Una pesadilla surgida del subconsciente de Ayn Rand que viene a recordarnos toda la basura que hay detrás del Big Mac.