P. CABEZA
BILBO

«Punk, pero ¿qué punk», un recorrido por la escena estatal

Con letra grande para que los veteranos lean sin esfuerzo, «Punk, pero ¿qué punk? es un libro que de define desde su título a su subtítulo: «Guía incompleta del punk nacional», de Tomás González Lezana

Tomás González Lezana es doctor en Ciencias Físicas e investigador en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y le gusta el punk. Y tanto, que lo desarrolla en “Punk, pero ¿qué punk?” a lo largo de más de quinientas páginas, aunque con letra un poco más grande de lo habitual, lo que facilita la lectura y se la facilitará aún más a todos los punks veteranos que han ido perdiendo facultades a lo largo de los años. Es asimismo uno de los administradores de la web-archivo LaFonoteca, especializada, no en un estilo concreto, sino en trabajar en profundidad las bíos que decide incluir en sus páginas. Un notable esfuerzo que en el apartado del punk se materializa en esta edición. Sin duda, una buena idea, pues el papel continúa siendo el mejor testigo del pasado: al menos desde el punto de vista de que no es jaqueable, de que no admite sorpresas ni de la CIA.

Afrontar una empresa de semejante envergadura es imposible, por lo que el propio autor comenta que es una guía «inevitablemente incompleta. Describe que el libro «recoge las biografías de algunos de los grupos punk nacionales más destacados desde los ochenta hasta nuestros días en sus distintas vertientes: Oi!, hardcore, onda siniestra, punk-pop, política, irreverencia...». También deja claro que son biografías que ha ido confeccionando para LaFonoteca.

El resultado es que lo que contiene se encuentra documentado con el rigor de la propia web, pero al ser imposible una recopilación severa, como el propio autor reconoce, pues se queda corto, a pesar de la paginación, en expectativas.

Es lógico y humano y quizá las ausencias se puedan compensar con la solvencia de todo su contenido por mucho que a nada que se repase la propia historia de Euskal Herria no se comprenda cómo no están Estricalla ejemplarizando algún movimiento y su historia de autogestión, valores y densidad creativa. Al margen de ser una banda de una calidad extrema. No es lógico que escribiendo de lo que se escribe estén Speed con su apartado.

Tampoco se entiende la ausencia o referencia alguna al bloque de punk barduliano tan imprescindible para presentar el punk y el movimiento skin de los últimos años. Y si estén, aunque solo sean nombrados Jugos Lixiviados o El Desván del Macho, que no son representativos en esta materia.

Un libro recomendable, a pesar de las carencias y de querer abarcar demasiado en capítulos que se quedan cojos. Y un índice, muy mejorable en todo, incluido quitar a Ana Curra.