Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Aurora (Jamais contente)»

Sonríe Aurora, sonríe

Emilie Deleuze planta cara al espectador con un título que tras su apariencia afable oculta un discurso vitriólico con el que aborda ese universo en constante ebullición que es la adolescencia. Para tal fin ha tomado como referencia el primero de los tres títulos que componen el tríptico de Marie Desplechin titulado “El diario de Aurora” y que, a su vez, inspiró un cómic igual de acertado.

Antes de abordar el filme merece la pena recordar que al igual que su hermano, el cineasta Arnaud Desplechin, la escritora que firma el original literario sabe desenvolverse en el complejo y resbaladizo terreno que pisa gracias al reto que supone en sí misma la protagonista, una adolescente que abandera en todo momento una declaración de intenciones que a ratos puede resultar extrema y un tanto cargante debido a su arrogancia. Todo ello se asoma dentro de un armazón narrativo mucho más complejo de lo que aparenta a simple vista, ya que no es más que la plasmación insurgente y abstracta de un periodo vital que no conoce medias tintas.

En su paso a la gran pantalla, la protagonista ha sido encarnada por una Léna Magnien que borda su rol mediante una interpretación muy completa y traduce con acierto las peripecias cotidianas y emocionales de una adolescente que parece amenazar con explosionar en mitad de un entorno familiar y educacional que amenazan con ahogarla. En este discordante tic tac de remiendos cotidianos, sobresale la perspectiva cargada de simbolismo que plantea la realizadora a la hora de abordar el panorama educacional que sufre la protagonista. Al contrario de otras propuestas similares, esta comedia agridulce coloca ante el espectador un personaje central que resulta difícil de amar en su plenitud y es este quizás el mayor logro de la película, delegar el gobierno en una adolescente de ceño fruncido constante y en plena guerra contra todo el mundo y consigo misma.