Raimundo Fitero
DE REOJO

Entreverada

La vida, el tiempo, el ganado vacuno, porcino y equino y la política está en estos momentos muy entreveradas. Cada cinco minutos a uno le cambia la perspectiva. A veces sueño con un banquete de huevos fritos, chistorra y tocino entreverado para resarcirme de todas las dietas preventivas que me someten a unos cambios de humor extremistas. Cosas verdes, no alimentos con poderes supremacistas. Veo una serie de divulgación científica que nos desmonta, en ensayo clínico, algunas de las leyendas sobre ciertos productos naturales que se han colocado en las estanterías de los supermercados y que se consideran mágicos y salvíficos. Lo que más me sorprendió es que el desayuno más saludable en todos los aspectos, son huevos con beicon. No digo más. Porque me relamo, miro a mi pastillero y le hago una peineta.

La realidad, la narrada en los periódicos, retratada en las televisiones, escuchada por las ondas hertzianas, retuiteada, que llega a base de ingenio, análisis, impulsos y mala leche a nuestro celular por diferentes conductos, está muy entreverada. Las banderas de récord colocadas en edificios de Madrid, el desfile militar, que en la Plaça de Catalunya de Barcelona, suene el himno de España ante cientos de rojigualdas y cuatribarradas. Esto es verdad y es mentira. Lo miro, lo testo, la compruebo, incluso oigo músicas militares lejanas que se acercan. Entre el susto y la confirmación de los presagios.

Han entrado en una recentralización y españolización en todos los frentes. Y como contemplando un cuadro surrealista, un avión que acaba de asustar al personal en Madrid con sus vuelos rasantes y ruido insoportable, se estrella. Muere el piloto. Me sale la sangre contable: ¿cuánto ha costado este accidente en dólares contantes y sonantes? Toda la parafernalia acaba siempre en estrambote.