Las llamas
Arrasan. Son la muestra del terror. Los incendios del noroeste de la península ibérica se han convertido en algo que parece sobrepasar la paciencia de cualquiera. Son un acto criminal que busca una correspondencia futura en forma de dividendos, construcciones, cambio de paisajes y de uso. La muerte, quemado en un incendio, debe ser horrorosa, si además sucede en tu propia casa, cercado por las llamas de algún grupo de pirómanos, se agrava cualquier consideración. Decenas de muertos en Portugal y Galicia, hectáreas destruidas, poblaciones sitiadas. Estamos ante una situación extrema sin respuesta adecuada de las instituciones.
Los incendios forman parte habitual de los contenidos de los informativos televisivos. Son, perdonen la frivolidad, muy generosos en cuanto a transmitir sensaciones a partir de imágenes tanto de día, peor especialmente de noche. Y cuando se acaban en un lugar empiezan en otro. Además parece que son una tragedia muy horizontal, pueden afectar a varias clases sociales. En el caso que nos ocupa, ha provocado reacciones políticas desde el minuto uno. El Estado no ha respondido con celeridad. Está en otro incendio, con brasas en estos momentos, pero que puede reavivarse en cualquier instante. Estamos en la fase de desencuentros epistolares. A punto de la ejecución de las amenazas. Lo más lamentable fue en TVE donde el fachoso Carlos Herrera estrenó programa, como de mitades del siglo veinte, con invitados y colaboradores de su talla ideológica, planteando asuntos de una irrelevancia cósmica. Pero muy bien pagado con dinero público, para ahondar más en la distancia de las audiencias con el canal estatal. El programa es malo de solemnidad, pero lo peor es que no se dieron por enterados de los incendios. Un desprecio total por la realidad.