Joseba VIVANCO
Athletic

Vaya invento el Valium

Los rojiblancos, en otro partido que dejaron mucho que desear, acaban pidiendola hora ante el Spartak, pero estarán en el sorteo de octavos de hoy (13.00).

ATHLETIC 1

SPARTAK MOSCÚ 2


«El gusanillo del sorteo» de este viernes, resumía en la previa el técnico rojiblanco, Kuko Ziganda; el premio a una «competición que está siendo dura», admitía su portero Iago Herrerín y eso que no se había jugado el partido de anoche... Ufff... Pero el Athletic está en octavos de final de la Europa League, respondiendo a las enormes y altas expectativas que cada temporada, durante las últimas, levanta en el Botxo una carrera de fondo a la que la afición le ha cogido un gusto especial desde que casi paladeara las mieles del triunfo en Bucarest y desde entonces albergue una dolorosa espina clavada en su orgullo, por cómo se perdió. Como si este torneo ya le perteneciera desde siempre, como si la Europa League, incluso aquella vieja Copa de la UEFA del 77, le debiera una. El Athletic es el décimo club europeo con más participaciones en la historia de ambas competiciones, empatado con 134 partidos con el PAOK griego y por detrás de entidades como Inter, Sporting de Portugal, PSV, Ajax, Tottenham o Estrella Roja. Todo un clásico de esta carrera por estar, este año, en la finalísima de Lyon. Pero antes, hoy, aguarda impaciente, con el gusanillo metido en el cuerpo, su rival en octavos, incrustado ahí, con los Milan, Arsenal, CSKA Moscú, Atlético... Prestigio para un club como el bilbaino, singular y único, que ayuda a dar a conocer su filosofía por esos rincones del continente, y a la vez pone en el escaparate a una afición que durmió anoche feliz porque la aventura sigue, pero habiendo sufrido lo suyo porque lo de este Athletic es de diván de sicoanalista. Tras una primera parte como para que no ya los socios no hubieran pasado por taquilla, como ayer, sino que les hubieran pagado por venir, despertó en un arranque de segundo tiempo en el que equilibró el susto inicial de Luiz Adriano, y acabó con todas las existencias de tranquilizantes. Señor qué sufrimiento.

Dos tiempos, dos caras. Por fortuna para los intereses bilbainos, no era los rojiblancos los que estaban obligados a hacer tres goles, incluso dos. Porque su inoperancia para generar con un mínimo criterio el juego de ataque fue alarmante. Si por algo mereció la pena ir a San Mamés ayer en lugar de ver el choque por televisión a salvo ‘de los rusos’, fue por los prolegómenos del encuentro. Impresionante el mosaico que vistió el graderío, el ambiente con el que se recibió a los contendientes, recordando aquella magdalena de Proust que para siempre será la eliminatoria ante el Napoli en el coliseo bilbaino. Una efervescencia que el público contagió a su equipo en unos primeros quince minutos pletóricos de presión alta a su rival para que no pudiera articular su fútbol de control. Luego, el Athletic se evaporó como un Kas caducado. Con el balón no sabía qué hacer, salvo un testarazo de Raúl que sacó el portero ruso sobre la línea de meta, y sin él, en cuanto se veía superado por la verticalidad de las transiciones rusas, sufría como un condenado.

Casi cada acción visitante acaba en un remate a portería o un centro con peligro. Avisó Promes casi sobre el minuto cuarenta en un balón cruzado que se le fue fuera por los pelos, pero a la media hora Iago había sacado un chutazo de Zobnin. El Athletic cada vez más estaba en manos de un Spartak que le metía el miedo en el cuerpo de los locales con cada despliegue hacia la meta de Iago. Y el cántaro fue tanto a la fuente, que al final se rompió. Era cuestión de aguantar el chaparrón e irse a vestuarios con el empate sin goles, cuando en la enésima llegada desde la banda de Lekue, Kombarov puso un centro y allí apareció Luiz Adriano para cabecear a la red el gol que daba vida a los rusos.

San Mamés fue entonces el jugador número doce, el que dio oxígeno a los suyos con sus ánimos para que aguantaran al pitido que aguardaban como el boxeador al borde del KO. Y como suele se habitual en este Athletic tan bipolar a veces, de vestuarios regresó con la rabia de quien se siente acorralado, desarboló de salida al Spartak y a los cinco minutos, Saborit va hasta la cocina sin pedir permiso, centra, y desde el punto de penalti aparece la testa de Xabi Etxeita para rescatar al Athletic y poner la eliminatoria en su sitio. De ahí en adelante, el partido se jugó más a lo que quiso el Athletic, los minutos pasaban a favor de inventario, y nada parecía presagiar que Melgarejo iba a meter el miedo en el cuerpo con un gol inesperado a falta de cinco minutos. San Mamés se mordía las uñas, el corazón se le apretaba en un puño, los minutos eran horas, como una de esas pelis de terror que no quieres mirar aun sabiendo que acabará bien. Como anoche. Ay, vaya invento el Valium...

Fallece un ertzaina de un infarto en una noche con graves incidentes

Incencio Arias García, de 50 años y de Ermua, agente de la Ertzaintza, falleció de un infarto en el hospital de Basurto, tras ser trasladado en ambulancia en estado muy grave desde las inmediaciones de San Mamés, después de haberse sentido indispuesto mientras participaba en el operativo policial previsto para evitar altercados entre las aficiones del Athletic y el Spartak de Moscú. Incidentes a la llegada de la comitiva de seguidores rusos a San Mamés, ese fue el momento crítico como se preveía previo al encuentro de anoche. Fue hora y media antes del duelo, el momento en que llovieron objetos –entre ellos bengalas lanzadas desde los ultras visitantes– entre hinchas del Spartak y otros del Athletic, hubo vuelco de contenedores, lo que motivó la intervención de los efectivos de la Ertzaintza, muy numerosos en los aledaños del estadio, totalmente blindado. Al menos hubo un aficionado foráneo herido en una ceja y también algún agente, además de al menos cinco detenidos. Cerca de dos centenares de personas que habían respondido al llamamiento de la concentración antifascistas fueron también identificadas por la Policía autonómica y retenidas largo tiempo, como denunció Sare Faxistak. Además de este enfrentamiento, hinchas rusos se habrían dividido en grupos para seguir generando incidentes puntuales en distintas calles. El bar de Piratak Athletic fue atacado, por ejemplo, hasta en tres ocasiones, registrándose dos heridos, según fuentes de este colectivo. En definitiva, que como se preveía al menos a la hora del duelo, los neonazis rusos acabaron por dejar su huella violenta en Bilbo, con el temor, tras la finalización del partido, de que los altercados se repitieran.GARA