Curro VELÁZQUEZ GAZTELU
BILBO
Elkarrizketa
ADRIANA BILBAO ZARRAONANDIA
BAILAORA

«Cuanto más conoces el flamenco, más te engancha»

Adriana Bilbao Zarraonandia (Bilbo, 1988), una de las bailaoras más prolíficas de cuanto tenemos en nuestra tierra. Nieta del mítico futbolista de Athletic «Zarra», hace de sus bailes las delicias de quien va a verla. Más cerca del baile flamenco clásico que del contemporáneo, no deja de ser una bailaora y una mujer del siglo XXI.

Adriana Bilbao estará mañana en el Teatro Barakaldo dentro de la propuesta Flamencos de Euskadi, en la que seis profesionales del flamenco de aquí nos mostrarán una pincelada de lo que tan bien saben hacer. Además de Adriana Bilbao, estarán Maizenita (Bilbo), Jesús Torres (Barakaldo), Javier Colina (Iruñea), Jesús Herrera (Donostia) y Juanjo Navas (Bilbo).

Alguien como usted que viene de una familia «tradicional vasca» y, por lo tanto, sin antecedentes en el flamenco, ¿cómo conoce y se enamora del flamenco?

Al principio, lo que te atrapa son los movimientos y el hecho de bailar. Cada vez soy más consciente de que no me di cuenta de lo que realmente era el flamenco hasta que no llegué a Málaga a estudiarlo. Fue allí donde me encontré al flamenco cara a cara, como lo que es, y llegó un momento en el que tenía dos opciones: darme de bruces por todo lo complicado que podía ser la carrera o seguir para adelante. Y esto último fue lo que decidí. Algo de lo que no me arrepiento. Me alegro de haber seguido por este camino.

Y su carrera, ¿cómo está encauzándola?

Después de Málaga, me fui a Sevilla seis años a seguir perfeccionando el baile y luego decidí cambiar de aires. Me fui a Madrid a buscar nuevas vicisitudes flamencas y, ya que estaba allí, decidí probar suerte en el Conservatorio Superior de Danza, aunque no fuese mi prioridad al principio. Fue estando yo en Japón, trabajando con una compañía de flamenco, cuando me llamaron para decirme que había superado las pruebas de acceso. Claro, a veces quienes bailamos, no nos damos cuenta de que la etapa de bailar, bailar y bailar se acaba en algún momento, te puedes lesionar u otras tantas cosas pueden pasar y, con el título, al menos tienes la posibilidad de opositar, aunque hoy no sea mi prioridad. Eso sí, te quita mucho tiempo para otros menesteres.

¿Y por qué eligió el flamenco, Adriana?

(Pensativa). Es algo que me he preguntado tantas veces… Esa combinación de algo muy elegante, muy sobrio, muy sutil que pasa de inmediato a lo fuerte, lo pasional, lo desenfadado, fue algo que me atrapó. Porque sí que es cierto que yo empecé por los movimientos y no por el cante como normalmente se hace en el flamenco. Empecé por el efecto que me produjo lo visual, lo estético. Sucede que cuanto más se conoce el flamenco, más te engancha. Ahora soy muy aficionada al cante. Fíjate, en el conservatorio estudiamos cincuenta y pico estilos de Soleres, uno de los palos más importantes del flamenco. Y yo disfruté cantidad con ello. Sí es cierto que cuanto más lo conoces más te asusta, pero más te gusta.

¿Con qué tipo de flamenco se siente más identificada?

Me siento muy a gusto con el baile más tradicional, creo que es por donde hay que empezar. No estoy muy de acuerdo con empezar a bailar flamenco con tintes de contemporáneo, sin antes conocer las raíces, las fuentes originarias. Tampoco estoy muy de acuerdo en llamar flamenco a algo que no es estrictamente flamenco, ya que puede confundir al público que no conoce a priori ese tipo de espectáculo o artistas.

¿Utiliza en su baile, ya que se acerca más a la ortodoxia, algunos elementos actuales?

Sí, me gusta el baile tradicional, pero es cierto que utilizo elementos contemporáneos. Pero tampoco me asusta quedarme en ese tipo de baile de hace cincuenta años, porque es maravilloso. Hay mucha gente de esa época que te dice que se está perdiendo ese baile a consecuencia de esta moda de innovar todo. Ahora se está volviendo atrás tanto en las formas del baile como en el contenido. Es un constante ir y venir. Yo no tengo miedo en ese aspecto de que se pierda, ni de que se desfigure.

Vemos cómo últimamente ha habido una progresiva afición al flamenco en Euskal Herria. ¿Cómo ha vivido esto y cómo ve la actual situación del flamenco aquí?

Yo la progresión la he vivido desde fuera, ya que estaba estudiando flamenco fuera de mi tierra. Me fui con diecisiete años, hace ya casi catorce. Cuando me fui no había la cantidad de interés que hay hoy en día. No había tantos eventos y ciclos flamencos. Solo había un par de lugares donde aprender baile flamenco. Lo vivo con alegría y entusiasmo. El ver que aquí haya un constante interés, además por parte de gente totalmente diferente, es un placer. Además los flamencos que vienen aquí siempre comentan el respeto que tiene el público y lo acogedores que son y eso me encanta que lo digan.

Acerquémonos un poco a su familia, que es muy de Bilbo, de la tradición. Y su aitite, el gran futbolista de Athletic, «Zarra». ¿Qué cree que le diría si viese a dónde ha llegado con el baile flamenco?

Él estaría encantado de la vida. Estaría el primero en la fila. No tenía ningún tipo de prejuicios en ese aspecto. Murió cuando yo tenía dieciocho años y mi madre me cuenta que mi aitite Zarra ha coincidido en alguna fiesta con Lola Flores, con Manolo Caracol... y eso a mi me emociona. Yo tenía muy buena relación con él.

Según va conociendo el flamenco, ¿qué le va aportando?

Te aporta confianza y autoconocimiento. Conoces a gente muy interesante. Te aporta amistad. Un sitio donde encontrarte a ti misma. Esa es mi experiencia.

Para terminar, ¿cuáles son sus proyectos recientes y qué nos vamos a encontrar mañana en el Teatro Barakaldo?

Bueno, tengo ahora un proyecto que no se puede contar (risas). Será aquí y no serán todos músicos de flamenco. En Barakaldo bailaré por Tarantas con introducción de mantón y alguna sorpresa (risas).