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Armintxe guarda 68 grabados de «espectacularidad inusual»

La cueva de Armintxe, situada en Lekeito, contiene 68 unidades gráficas, que son «mucho mayores que las habituales, como pueden ser las de Santimamiñe o Altxerri» y tienen un «nivel de espectacularidad inusual». Son considerados «muy diferentes» por su técnica y el gran tamaño de los grabados, con figuras de entre 45 y 120 centímetros.

Representantes del equipo de 27 expertos coordinado por la Diputación de Bizkaia, que trabaja en la investigación de Armintxe en un plan a tres años diseñado para afrontar el estudio de la cueva, presentaron ayer los avances del estudio. La cueva de Armintxe, perdida décadas atrás en las obras de urbanización de la zona de Letraukua, fue redescubierta en 2016 por el grupo espeleológico ADES.

El catedrático de Prehistoria César González indicó que los procedimientos técnicos son el «rasgo diferencial» de esta cueva y que se sale de lo habitual, por los trazos paralelos utilizados y porque se distinguen dos leones, unas figuras «nuevas» en el arte paleolítico hallado hasta ahora en el Estado (de unos 14.000 años de antigüedad).

El soporte es de calcarenita, que tiene una dureza y compactación inferior a la caliza, lo que «dificulta» el grabado convencional y, por ello, se han trazado líneas simples raspando esa superficie. También se ha encontrado una gran cantidad de rayas paralelas, hechas con «un utensilio tipo rastrillo», por debajo o rodeando los grabados de animales.

Con respecto a la excavación, el arqueólogo Juan Carlos López Quintana explicó que los resultados del sondeo realizado en la zona más próxima a la boca original de la cueva indican la «ausencia de testimonios de ocupación humana en el vestíbulo de la cueva de Armintxe». La parte más exterior del vestíbulo, que se encuentra sellada por materiales diversos, «pudiera conservar algún resto» pero es «poco probable», indicó López Quintana.

En el sector donde se ubica el panel decorado principal, se han realizado diez microsondeos en los que se han localizado evidencias, como fragmentos de madera carbonizada, posiblemente pertenecientes a los sistemas de iluminación empleados, y fragmentos de hueso con huellas de uso, actualmente en estudio.

También se han encontrado restos anteriores a los grabados, de los que se puede concluir que «acogió un cubil de hienas» y se han recuperado piezas dentarias de hiena de las cavernas, restos de sus presas (ciervo y gran bóvido) y coprolitos de hiena, excrementos fósiles mineralizados que pueden dar información sobre el clima y el entorno en aquella época, así como la dieta de estos animales.

Río subterráneo

En cuanto al estudio hidrológico y ambiental, se ha estado monitorizando el comportamiento del río subterráneo que pasa por la galería inferior, pero no se han detectado contaminantes de origen humano, como hidrocarburos o detergente.

El río subterráneo tiene un caudal de 10-15 centímetros de profundidad, que aumenta por las aguas procedentes de la carretera de circunvalación de Lekeitio, llegando hasta los ocho metros en su pico más alto, pero «siempre muy lejos de los paneles de grabado, que se encuentran en las galerías medias y altas».

Para evitar que el agua pudiera cubrir en el futuro las zonas de grabados, porque además las obras realizadas por urbanizaciones impiden el desagüe natural de este sistema al río Lea, se van a realizar obras para normalizar el flujo hídrico de la cueva.

Para ello, se instalará una capa filtrante en la entrada principal de aguas (Sumidero de Larrotegi) que evite la entrada de vegetales y basuras, y se colocará una arqueta de reparto que desvíe parte del flujo hídrico al arroyo de Gardata. La temperatura de la cueva es estable durante todo el año y la humedad es la «normal» en una cueva, casi del 100%, por lo que no hay riesgo de que afecten a los grabados. Los expertos han anunciado que esperan concluir el trabajo para otoño de 2019.