La montaña es ya terreno de múltiples usos en cuanto al ocio y las actividades económicas que le acompañan, y no es noticia que muchos de esos usos entran en conflicto. A finales de enero un helicóptero que transporta esquiadores sobre el glaciar de Rutor, en el Alpe de Aosta, se encuentra al despegar, a unos 3000m, con un ultraligero Jodel D.140 “salido de la nada”. Resultado: siete muertos y dos heridos graves. El ultraligero provenía del aeródromo de Megeve, Francia, sin control por parte de la torre del aeródromo de Saint-Christophe, Aosta, y se supone pretendía efectuar un emocionante aterrizaje sobre el glaciar de forma ilegal, algo que parece ser ha sucedido más de una vez. Y veremos cuando el tema de los drones se extienda. Mucha gente en el cielo y mucha sobre el terreno, así que la subida por la ruta normal al Mont Blanc se anuncia para la próxima temporada con un control exhaustivo, con permisos, multas, ecotasas y brigada blanca policial de control en los accesos. No podrán subir los que no tengan reserva en el refugio. De hecho la prefectura de Haute Savoie exigía al refugio de Goûter recopilar datos de las reservas: nombre, apellido, fecha nacimiento, nacionalidad, calificación profesional (guía alpino con nº de tarjeta, aspirante a guía, cliente), etc. Al no dar abasto a dicha recopilación las reservas para dicho refugio se han pospuesto. Se sospecha una próxima limitación diaria de los permisos. Es la inevitable tendencia.