Son las que imparte el coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos como testigo ante la Audiencia Nacional en el juicio contra el jefe de los Mossos d’Esquadra Josep Lluís Trapero, derivado del proceso del Supremo contra los líderes independentistas. En su torpe deposición, no pudo ocultar el odio que le profesaba.

Afirma con ese aplomo del simplismo, que «si hubiera dependido de él, le hubiera destituido». Esto recuerda el sketch del sargento dando clases de lógica a sus soldados y para explicarse se valió del silogismo: «si mi tía tuviera lo que tiene mi tío, no sería mi tía, sería mi tío». Pura «lógica militar».

Hay que reseñar que su biografía está trufada de argumentos que le relacionan con la extrema derecha, pues se le vinculó al asalto a las Cortes el 23F, en apoyo a Tejero. Fue procesado por torturas a Kepa Urra, aunque absuelto por falta de pruebas.

Designado coordinador del dispositivo policial para impedir el referéndum del 1O en Catalunya, defendió en el Procés la exquisita actuación de la tropa sin ser consciente de las imágenes violentas de los videos en los medios. Su padre fue candidato a diputado por Fuerza Nueva. Su hermano Francisco presidió el Tribunal Supremo, curiosamente, siendo afiliado al PP. Como se ve, un modelo de objetividad y profesionalidad a la hora de ordenar a los agentes manejar las armas que el pueblo presta a los militares para defenderle. Como testigo tanto en el Procés como ante la Audiencia Nacional hace gala de un sectarismo que el juez Marchena debió rechazar, dada la displicencia con la que interrumpía a los abogados de la defensa, lo que fue considerado por los observadores, tanto nacionales como extranjeros, una limitación a la libre expresión de los abogados.

Pérez de los Cobos es la imagen del militar español que forma parte, junto a los jueces de tribunales superiores, del búnker que impide el progreso de la democracia real y da en Europa una imagen vergonzante al conocer la justicia en España.