Raimundo Fitero
DE REOJO

Rutas

Nos preocupa lo que les preocupa a los que no tienen nada de que preocuparse que no sea ocuparse de buscarnos preocupaciones que nada tienen que ver con lo que de verdad debería preocuparnos. Supongamos que alguien nos dice «no me hagas. caso». ¿Si no le hacemos caso le estamos haciendo caso? Acabo de ver de manera esquinad una denominada ruta de los Balcanes que es por donde siguen marchando decenas de miles de exiliados, migrantes de guerras en el próximo oriente, y que como si alguien les hubiera dicho a los medios de comunicación, no les hagáis caso, y nadie les ha hecho caso, cumpliendo sus órdenes.

Cuando me ducho, para enfriar mis sensaciones de clase media virtual pienso en la cantidad de millones de seres humanos que hoy no tendrán agua potable a su alcance. Con el agua que derrochamos esperando alcance la temperatura que deseamos, un poblado africano o asiático podría pasar el día sin emporar en sus pandemias provocadas por la falta de esa agua que  nosotros dejamos ir por el desagüe con la imperiosa actitud del idiota ilustrado, el que sabe pronunciar tres frases sobre la física cuántica o sobre la teoría de cuerdas, pero no puede comprender que existen millones de desplazados, víctimas de guerras, sequías y desigualdades que provocan hambrunas.

No debe ser casualidad que desaparezcan estas desgracias humanitarias de neutras pantallas, de nuestros debates, que sea el precio de la patata un tema sustancial, lo mismo que no hay noticiario sin que Venezuela tenga su apartado, mientras nadie sabe ni dónde está Bolivia, ni si Nicaragua tiene un. cantante que pida dos kilos de clavos y un formón en alguna ferretería del imperio o de los suburbios mexicanos. Hay más rutas que la del bacalao y el txikiteo, demasiados rutas marcadas por la desesperación.