Raimundo Fitero
DE REOJO

Encaladas

Jorge Fernández Díaz, “El Tuno” sigue apareciendo como agente generador de todos los brotes de actuaciones apestosas y mafiosas dentro de todas las alcantarillas y cloacas que iban de su ministerio, a las instituciones catalanas y sedes de partidos políticos contrarios y muy especialmente como propulsor de un acto de película, mala de espías malos, con fines tan conocidos como entrar en la casa de Bárcenas para robar la documentación que pudiera incriminar a la cúpula de la banda, entonces de Rajoy, donde tenía un cargo de responsabilidad el indocumentado Pablo Casado.

Lo van a imputar en el caso «Kitchen», lo mismo que a Cospedal y probablemente a Mariano Rajoy y todo porque el número dos de su ministerio se sintió traicionado y cuando fue señalado judicialmente le entraron ganas de cantar todo el repertorio zarzuelero para no comerse él solo el marrón, lo que sirve para recordarnos los años más oscuros de un gobierno corrupto con un ministerio del Interior confesional y que pactaba con jueces estrategias de derribo a los independentistas a base de mentiras, informes policiales realizados por la mafiosa policía patriótica que inmediatamente difundían Inda y otros colaboracionistas de las profundidades de la mierda mediática imperante.

Por mucho que quieran ver encaladas las paredes de Génova 13, las huellas de sus actividades delictivas con dineros públicos sobrepasan cualquier noción democrática liberal arraigada. Son tics de un autoritarismo vergonzante. De un uso partidista que horada todo concepto de transparencia. Se entiende que no quieran renovar la cúpula judicial porque dominan los lugares estratégicos jueces de la trinchera más militante y además siguen colocando a los suyos en una brigada togada para perpetuar esta asfixia antidemocrática en los altos tribunales.