Raimundo Fitero
DE REOJO

Universitarios

Acumulación de acontecimientos que vienen a confundir un poco más y hacer más densa la incertidumbre. En Granada cierran los ámbitos universitarios y ponen toque de queda en los colegios mayores y residencias de estudiantes. Sale, con razón, la autoridad universitaria y dice que cierran las aulas pero no los bares. Y es que estamos en un dilema que algunos pueden calificar incluso como cultural, los bares suelen tener una mayor importancia en el currículum que los títulos, vean sino al indocumentado Pablo Casado, que le regalaron un título sin aparecer por las aulas universitarias porque supo en qué barras apoyar los codos y en qué mesas apoyar los cubatas.

El cierre de bares y restaurantes o la limitación horaria es uno de los instrumentos que más se están utilizando en Europa. ¿Se producen los contagios en sus sedes, o es un lugar donde se acelera la efusividad, los cantos regionales y las declaraciones de amistad imperecedera? Debe ser por ello y porque si no se puede entrar en los bares o se debe abandonar los mismos muy pronto, ¿para qué salir de casa? Es una suerte de confinación inducida, poner trabas a la circulación por las rutas de birras y txupitos es una manera de que algunos se queden quietos. Aunque ya se ha visto que se organizan fiestas privadas, en recintos no habituales con asistencia de cientos de personas y se cobra con tarjeta.

La insistencia de la banda del indocumentado en querer convertir Madrid en un conflicto sanitario a base de ocultar los datos reales de los infectados es una actitud suicida, la sentencia del Supremo confirmando lo de la Gürtel, coloca todo el efecto de distorsión y evasión fuera de la competencia. Ahora se trata de ver si los materiales de contención del PP resisten, o si por el contrario rectifican en su enloquecida huida hacia ninguna parte.