Raimundo Fitero
DE REOJO

De compras

No busques a nadie, por lo que dicen los medios de comunicación, todos y todas estamos de compras. La metodología para inocular en las tradiciones nuevos estímulos de consumismo es de una eficacia absoluta. Ayer era viernes, lo pintan de negro y los correos, redes, telecomunicaciones y vías urbanas se llenan de descuentos, ofertas, dos por uno y todo aquello que despierta en cada individuo las ganas de tener lo que nunca había pensado pero que de repente en una alienación consumista se convierte en un deseo irrefrenable. 

De compras es una manera de estar. De compras es un entretenimiento o una adicción. Quemar la tarjeta de crédito unas semanas antes de lo que habitualmente era la temporada de quemarla. Adelantarse con perspectiva de inversor de bolsa a la previsible subida de los precios en campaña navideña que irremediablemente sucederá a partir del próximo puente largo. Puente que en casi todos los territorios que nos rodean se van a tomar medidas para que no se produzcan desplazamientos masivos, a no ser que sean a los centros comerciales locales para acabar de comprar con todo lo que este viernes de inspiración anglosajona incorporado a nuestro calendario no hayamos adquirido.

Atentos al porcentaje de estas ventas que van a ser presenciales y por internet. La tendencia se ha acelerado con la COVID (ahora la RAE la admite así, con mayúsculas, ellos sabrán), y nos coloca ante una circunstancia que va a tener consecuencias todavía no detectadas en su totalidad en las metrópolis, porque sin comercio físico, muchos edificios consagrados al menudeo de ropa de fabricación asiática a precios europeos van a tener que cambiar de uso. Y eso alterará todo el ecosistema de los centros urbanos. La movilidad ciudadana y el turismo tienen que ver con las compras de temporada.