Isidro Esnaola
OPA SOBRE EUSKALTEL

Una empresa pública definitivamente convertida en mero objeto especulativo

La OPA lanzada por MásMóvil para la compra del 100% de Euskaltel dejará a la compañía creada por el Gobierno Vasco con recursos públicos en manos de una multinacional con un futuro muy incierto.

Cuando alguien se plantea hacer una reforma de su casa y explica sus planes a los posibles contratistas, ninguno pondrá pega alguna a las ideas que el dueño sugiera, por muy extravagantes que sean; todo lo que sugiera será posible. Pero una vez que comiencen las obras, llegarán las dificultades: esto no se puede hacer así, aquí habría que poner esto otro… y todos los planes previos se convertirán en un bonito sueño. Cuando se trata de conseguir un contrato, todas las aristas desaparecen; luego ya habrá tiempo para ir introduciendo los cambios adecuados.

Exactamente lo mismo ocurre cuando se privatiza alguna empresa pública: al principio todo son buenas palabras por parte del comprador y de las autoridades que avalan y animan la operación. Ya habrá tiempo para que aparezcan problemas inesperados que impidan cumplir las promesas. Lo importante ahora es lograr el contrato.

Y en esas está el grupo MásMóvil, regalando los oídos de todo el mundo para que prospere la OPA sobre Euskaltel. Se ha comprometido a mantener las marcas, no solo Euskaltel, sino también Telecable, R y Virgin; asimismo ha asumido que las sociedades Euskaltel y MásMóvil Ibercom continuarán teniendo su sede social en Euskal Herria, mientras que RCable y Telecable, la tendrán en Galicia.

Por otra parte, MásMovil se ha comprometido a que Euskaltel continúe existiendo al menos durante cinco años como una sociedad separada participada por MásMóvil, con domicilio social y fiscal en Euskal herria y manteniendo la marca «Euskaltel». A partir de ese momento, la modificación de los compromisos requerirá el 90% del voto del capital social del grupo, siempre que tenga esta misma composición accionarial.

Además, MásMóvil se ha comprometido a no presentar un expediente regulador de empleo (ERE) durante al menos cinco años y a priorizar el despliegue de su red 5G en Euskadi.

Todo son buenas palabras para convencer, sobre todo a la opinión pública, de que la operación es tremendamente positiva y de que nada cambiará. A los vendedores ya se los ha ganado pagando un precio de 11,17 euros por acción, un 26,8% más de lo que han valido de media los últimos seis meses. Con respecto a los 9,59 euros que valían el viernes, el precio de la oferta es un 16,59% más elevado y por eso subió ayer en bolsa, hasta igualar la oferta de la OPA.

Zegona, el principal accionista de Euskaltel, dijo ayer que si la OPA sale adelante, lo considerarán una prueba del «éxito» de su estrategia. «Cuando invertimos en España en 2015, identificamos la oportunidad para crear valor sustancial (...) La oferta de hoy subraya el éxito de nuestra estrategia en España y nos genera una significativa creación de valor», señaló en un comunicado el presidente y consejero delegado de Zegona, Eamonn O'Hare. Más claro no podían explicar para qué querían Euskaltel los actuales dueños y para qué la quieren los futuros compradores: para hacer más dinero. Lo demás es envoltorio.

Por eso resulta especialmente patética la valoración positiva que hizo el Gobierno de Gasteiz. Su apuesta por privatizar una empresa pública con una infraestructura de fibra óptica pública ha hecho que Euskaltel haya terminado siendo un mero objeto de especulación en manos de poderosos fondos financieros; un cromo más a intercambiar en los «mercados globales».

El presidente de la Cámara de Comercio de Bilbao, José Ángel Corres, con el bagaje que da haber sido vicepresidente de Euskaltel, fue tajante al señalar que la operación «no es positiva para Euskadi» porque «se pierde una empresa vasca y viene una gran empresa internacional».

En esta operación hay un parte que invita a la desconfianza. En el caso de que la OPA salga adelante, MásMóvil tiene intención de ejercitar el derecho de venta forzosa, es decir, que compraría todas las acciones de Euskaltel, que de este modo, quedaría automáticamente excluida de cotizar en bolsa. En principio, las empresas salen a bolsa para conseguir financiación para sus inversiones y no depender solamente de bancos. En la bolsa las compañías tienen que demostrar fiabilidad, y para ello existen ciertos estándares de transparencia que hay que cumplir. Además, se exige una actualización periódica de la valoración de la empresa, cumplir unos requisitos mínimos y unos estándares de calidad. El control del desempeño de una empresa cotizada por parte de los inversores y del público en general es siempre mayor.

Lo preocupante no es únicamente que Euskaltel dejará de cotizar: la compradora MásMóvil también dejo la bolsa el pasado noviembre, después de que una OPA presentada por Lorca Telecom –una sociedad integrada por tres fondos internacionales– se hiciera con el 100% de la compañía por 2.960 millones de euros. Por Euskaltel MásMóvil pagará ahora 2.000 millones de euros.

Lorca Telecom está integrada por el fondo de inversiones británico Cinven, que surgió de la unión de tres fondos de pensiones, y otros dos fondos de inversión norteamericanos Providence Equity Partners L.L.C y Kohlberg Kravis Roberts (KKR & Co. LP). Estos dos últimos están especializados en compras apalancadas de grandes empresas, es decir, compran compañías con préstamos cuya garantía es la empresa que compran. Arriesgan poco y tienen buenas relaciones con los bancos. Una vez adquirida la compañía, pueden mantener el control o pueden reestructurarla, trocearla y venderla a conveniencia. KKR & Co. LP se hizo famosa por haber realizado la mayor compra apalancada de la historia con la adquisición de Nabisco, un gigante de la alimentación. Toda una garantía de que han llegado los tiburones de verdad.