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El debate para liberar patentes de vacunas al fin se abre en serio


La Administración de Joe Biden sorprendió con un giro de 180 grados, mostrándose favorable a liberar las patentes de las vacunas contra el covid y pillando a contrapié a la UE, a la que no le ha quedado otra que sumarse, al menos de palabra, a esta iniciativa. La OMS se agarró a la declaración como algo «histórico» y las reacciones en cascada han llevado a pronunciamientos favorables de Rusia y gobiernos menores, como el español o incluso del Parlamento navarro, a iniciativa de EH Bildu, formación que lleva meses reclamando este paso y que ya había arrancado a Pedro Sánchez un compromiso en una sesión parlamentaria hace tres meses.

Virgilio, en la ‘‘Eneida’’, puso en boca de la troyana Casandra la siguiente frase al ver al enorme caballo de madera: «Temo a los griegos incluso cuando traen regalos». El anuncio de que se suspenderán temporalmente las patentes de las vacunas contra el covid también cuesta creerlo por venir de donde viene, un país donde el capitalismo es un credo y donde tienen las sedes la mayoría de compañías que tienen patentes de las vacunas viables: Moderna, Pfizer, Janssen o Novavax. Son farmacéuticas, además, que desarrollaron sus productos gracias al programa público Warp Speed que lanzó el Gobierno de EEUU.

La patronal le da credibilidad

Pese al sano escepticismo que genera una declaración así, la Federación Internacional de Fabricantes y Asociaciones Farmacéuticas (IFPMA) sí se ha tomado muy en serio la iniciativa. Aseguran que esta idea «decepcionante» no ayudará a que las vacunas se fabriquen más deprisa y que, incluso, puede comprometer la producción, pues si ya hay abierta una guerra por los componentes de las vacunas, la entrada de nuevos actores hará que el mercado se vuelva más salvaje. Ayer mismo, las principales compañías propietarias de las patentes cayeron con fuerza en la Bolsa. Solo las acciones de Pfizer aguantaron.

Hay otros elemento que visten de similitud el pronunciamiento de Biden. EEUU quiere aplicar la vía correcta, los ADPIC previstos en la OMC. Esta vía ha fracasado en anteriores ocasiones (el último país en lanzarse fue Ruanda), pero que nunca había sido enarbolada por un país tan importante.

De otra parte, estos ADPIC (TRIPS, en inglés) están muy emparentados con las leyes antimonopolio estadounidenses, por lo que su aplicación no va tan contranatura como pudiera parecer en la forma de ver el mundo imperialista.

En último término, cabe recordar que EEUU no solo posee empresas que fabriquen vacunas, sino que también es uno de los productores principales de las materias necesarias para fabricar las vacunas, como los viales. Hasta la actualidad, había impuesto una ley para controlar las exportaciones y así garantizar que sus ciudadanos fueran vacunados los primeros (lo que contribuyó a crear los cuellos de botella de suministros de los que se quejan las farmacéuticas). Sin embargo, la meta de alcanzar la inmunidad de grupo no se vería ahora demasiado alterada con una liberalización de las patentes.

Estados Unidos, al igual que la UE, han alcanzado un nivel y un ritmo de vacunación que les garantiza la inmunidad colectiva en dos o tres meses. Las curvas de incidencia de estos países están bajando ya por efecto de las vacunas y tienen atadas las siguientes remesas de viales. De ahí que un eventual proceso de suspensión de las patentes (que no sería inmediato) no les afecte ahora del mismo modo que lo hubiera hecho tiempo atrás.

La OMS y organizaciones humanitarias celebraron la declaración de EEUU y todos los pronunciamientos favorables de terceros países como «algo que salvará vidas».

De cuajar la iniciativa y pese a que los fabricantes son un oligopolio (las empresas que se dedican a las vacunas son pocas, a diferencia de lo que sucede con los comprimidos y otros medicamentos), supondrá un hito en la lucha contra la epidemia, que es una batalla que no se resolverá pronto. La vacunación mundial llevará años, aun sin tener en cuenta la aparición de cepas.

A día de hoy, el mecanismo Covax de la ONU apenas ha conseguido llevar vacunas a países pobres. Únicamente un 0,3% de las 1.1000 millones de dosis de vacuna que se han fabricado han llegado a estos países. Y no se debe perder de vista que la lucha por la suspensión de las patentes, que iniciaron India y Sudáfrica también tiene sentido a medio y largo plazo.