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Esos meses de verano del 84. Parte I


A medida que va llegando a su final, el mes de julio trae algo de calma a las carreteras que atraviesan los pueblos poco turísticos. Los coches suenan lejanos en la autopista camino de las vacaciones. Julio trae algo de sosiego, como si alguien hubiese ido cerrando ventanas y aplacando el ruido. Todas nosotras tenemos recuerdos de veranos pasados, con vacaciones, sin vacaciones, con catástrofes o sin ellas. En el verano de 1984 escuchábamos por la radio ‘‘Escuela de calor’’ de Radio Futura, jugábamos a ‘‘Txorro, morro, piko, taio, ke’’ y, en el cine más cercano, sucedían cosas que con el tiempo se han convertido en historia del cine vasco. Una de ellas tiene que ver con el estreno de ‘‘Akelarre’’, de Pedro Olea, en el Festival de cine de Berlín.

Tras el relato de los casos de supuesta brujería y de la barbarie de la Inquisición española, Olea realizaba una reflexión importante acerca del abuso de poder y los privilegios de los señores feudales en Euskal Herria. La película fue uno de los primeros proyectos realizados gracias, en parte, a las nuevas subvenciones al cine que ponía en marcha el Gobierno vasco. Hoy, 40 años después, estás ayudas se quedan muy cortas si nos fijamos en nuestros vecinos catalanes, incluso en los gallegos, que saben cómo administrarlo para que llegue a los creadores y no se pierda por los vericuetos de la industria. Sea como fuere, esperemos con esperanza.