Salen vivos de San Mamés
El Athletic duró diez minutos, justo hasta el golazo de Aduriz, para luego quedar a merced de su rival.
ATHLETIC 1
ESPANYOL 1
Fue Jorge Valdano el que dijo que «si pusieran una mierda pinchada en un palo en medio de Anfield, la gente aplaudiría». San Mamés es un campo exigente con los suyos, crítico cuando hace falta, pero también agradecido, muy agradecido. No le hace falta mucho para aplaudir, para activarse y retomar los ánimos al equipo, los cánticos. Un arreón, un córner, una carrera interminable en pos de un balón imposible, una filigrana, y qué decir de un caramelo como la cuchara de Aduriz que significó el primer gol de los rojiblanco anoche. El problema viene cuando su equipo no le transmite nada. Cuando las ideas se le apagan, cuando se siente impotente. Como ayer. Y aun así, hay veces como el domingo, como este miércoles, en que nunca falta ese aliento del público. Ejemplar San Mamés. Y la fe. La que no les abandonará hasta el pitido final del partido de vuelta. Hay eliminatoria. Viven.
Tras el subidón ante el Barcelona, llegó el bajón ante el Espanyol. Un Athletic bipolar. Ese que creíamos ya olvidado, como meses atrás, cuando también parecieron entonarse. Pues volvió. Quizá demasiada exigencia y tan seguida. Ayer, las sensaciones de tres días antes se difuminaron, curiosamente, nada más ponerse por delante en el marcador. Hasta ese gol fueron diez minutos de brío, presión, golpe de riñón. A partir de ahí, dejó el control del juego a los barceloneses, se aferró erróneamente a su ventaja, vio cómo le empataban y esperó casi hasta el final del choque para ponerle algo de corazón, solo algo. Y aun así, pudo ser peor. Y aun así, viven.
En medio de un gran ambiente, los rojiblancos saltaron al encuentro como se esperaba con lo que había en juego y en su casa, nada de contemporizar, nada de pensar en un partido de vuelta, a apretar al rival `perico' y no dejarle pensar. Fue así justo y de manera sorprendente hasta que se puso por delante en el marcador con el golazo de Aduriz en su 34 cumpleaños. Eran minutos intensos, sin demasiada orfebrería pero sí de agobio a un Espanyol que se veía bastante incómodo y hasta fallón en defensa. La tuvo el propio `Adu' a los cinco minutos, se fabricó la jugada y chutó raso al guardameta. Avisó.
El Espanyol, impreciso atrás, evidenció esas carencias en un error de sus centrales y merced a un medido punterón de De Marcos, permitía al `zorro' donostiarra encarar portería y con suavidad, con sorprendente quietud, tocarla lo justo sobre la figura del portero espanyolista hasta el fondo de la red. No se podía pedir más. Era el minuto 10 y el camino se allanaba.
A los catalanes no les quedó otra que adelantar metros, tratar de llegar ante un bloque rojiblanco que tapaba espacios y sobre todo seguía con una elevada presión. Los visitantes encontraban en la banda de un ya por entonces poco afortunado Aurtenetxe un carril que profanar. Lo hiceron a base de saques de faltas laterales que siempre encontraban la oportuna respuesta de la zaga bilbaina. El balón pasaba a dominio periquito, mientras el Athletic, que ya no merodeaba el área rival, se defendía con orden y sin agobios, solidario, con San José a veces como tercer central, sin querer conceder ningún error. Y fue precisamente uno el que le amargó la ventaja.
El páramo ofensivo que fue desde el gol de Aduriz hasta pasada la media hora de juego se rompió tras un centro lateral que Aurtenetxe despeja mal y al centro del área con su pierna mala, y allí, en la media luna, aparece la diestra de Víctor Sánchez que la rompe, imposible, a la escuadra de Iago. Mazazo mayúsculo a pesar de los gritos de ánimo de una grada volcada con los suyos y que había jaleado como en las grandes ocasiones el primer gol de los leones.
La segunda mitad, si algo se esperaba de los hombres de Valverde, fue aún peor. Horrible. Impropia. Quizá porque las bajas en las filas locales se notaron en exceso. El Espanyol mandó hasta dos balones a la madera, uno a cargo del imperecedero Sergio García y otro, ya en el minuto 85, a cabezazo de Víctor Álvarez. Si a eso le sumamos un chut de Stuani que se le fue alto y una ocasión fallida de Caicedo encarando a Iago, huelga decir que lo mejor que le pudo pasar a este Athletic fue irse con el empate para la vuelta.
Deslavazado, sin orden ni concierto, el Athletic fue un fantasma, visiblemente incapaz de nada, que sacó su primer saque de esquina allá por el minuto 67 de partido. Nada que ver con lo de hace unos días. Ernesto Valverde miró al banquillo y el recurso fue un Aketxe casi inédito y un Viguera que llevaba tres partidos sin siquiera ser convocado. Susaeta se fue con prisas, Muniain, desaparecido, ni se lo creía. Para postre, saltó al césped Ibai, otro que tal le baila. Y con esos mimbres el Athletic hizo lo que pudo, que no fue poco teniendo en cuenta que salvó la papeleta y se llevó, jugando en casa, un resultado que deja abierta la eliminatoria pese a la pobre imagen ofrecida y a que el equipo `perico' mereció mucho más por las oportunidades claras firmadas.
Las dudas vuelven, pero hasta la vuelta hay vida. 1-1. Como en la última eliminatoria entre ambos equipos, allá en 2008, cuando acabó pasando el Athletic en la tanda de penaltis. Veremos.
El autobús del Espanyol sufrió la rotura de dos lunas a su llegada al estadio, tras el lanzamiento de piedras. Antes se habían sucedido una agresión a un seguidor espanyolista y el lanzamiento de objetos a otro grupo de aficionados, que se saldó con un detenido de 18 años.
El Barça solventó el partido de ida ante el Villarreal con un 3-1, e incluso los culés fallaron un penalti lanzado por Neymar. Se adelantaron los catalanes con tanto de Messi, igualaron los levantinos con Trigueros, pero dos nuevos goles de Iniesta y Piqué inclinan la eliminatoria.