Varios estudios avalan la tesis de la relación entre bajo nivel educativo y Alzheimer
Existen estudios llamativos sobre distintos colectivos humanos y su relación con habilidades cognitivas y salud mental. Uno de los más curiosos es el que en 1986 inició el doctor David Snowdon con un grupo de 678 monjas católicas de la orden de las Hermanas de Notre Dame, repartidas en distintos conventos de EEUU. Las eligió porque formaban un grupo humano compacto, con el mismo estilo de vida, alimentación, ingresos o atención sanitaria, lo que elimina factores como la pobreza o falta de asistencia médica que alteran los resultados de los estudios habituales.
Uno de los resultados del estudio fue que las monjas que habían adquirido un mayor nivel educativo tenían mayor esperanza de vida y se desenvolvían mejor y con más autonomía en la vejez. De hecho, numerosos estudios avalan la tesis de la relación entre bajo nivel educativo y Alzheimer. En palabras de Wolf Singer, neurobiólogo y director del instituto Max Planck, «un cerebro que conoce es diferente de un cerebro ignorante».
Por otra parte, Snowdon descubrió que había relación entre la emocionalidad –o actitud ante la vida– y el Alzheimer, de forma que una actitud más positiva y optimista redundaba en una vejez en mejores condiciones. Otro factor es la alimentación, pues del estudio se colige que la ingesta de vitamina E es muy beneficiosa. Entre los factores claramente negativos, destacaron la mala salud cerebro-vascular, manifestada en forma de infartos cerebrales o ictus, o los cuadros depresivos.
En cualquier caso, uno de las conclusiones más interesantes del estudio con las monjas –consistente en pruebas cognitivas, exámenes sicológicos, pruebas genéticas y autopsias cerebrales– fue que funciones intelectuales como la lectura, el ejercicio de la memoria y el razonamiento abstracto ayudan a mantener el cerebro en buen estado y a evitar la aparición de la enfermedad. Otra de las conclusiones fue que los factores genéticos apenas influyen en el Alzheimer.