Eva Aranguren, Borja Izagirre y Endika Alonso
EH Bildu Iruñea

Construyamos soluciones y alternativas

Lo primero es dejar de alimentar la criminalización simplista y actuar con disposición de escucha hacia las necesidades de las distintas partes, no en interés de lobbies económicos afines y desde el utilitarismo partidista.

En las últimas semanas, han emergido problemas de convivencia y actitudes incívicas violentas en contextos de ocio nocturno en nuestra ciudad, particularmente en jueves y fines de semana y en el Casco Viejo. A menudo se vincula estos hechos con la proliferación de botellones, pero lo cierto es que los últimos sucesos tuvieron lugar en calles hosteleras muy concurridas como San Nicolás, San Gregorio, Estafeta o Paseo de Sarasate. Este estallido se ha producido también en otras muchas ciudades del Estado, lo que evidencia la dimensión de un problema que rebasa nuestras lindes.

Sin duda, la pandemia, las restricciones impuestas durante este año y medio a la socialización, con incidencia directa en el bienestar emocional y psicológico (incremento de suicidios y de problemas de salud mental en la juventud…), pero también la falta de alternativas de ocio al consumo de alcohol, el cierre de bajeras y el veto a otros espacios de relación y ocio, el desmantelamiento de iniciativas de acción comunitaria en los barrios, la desactivación inducida a los colectivos populares, etc., contribuyen a crear el contexto propicio. Pero, ojo, también algunos discursos de la derecha y la ultraderecha, en torno a una malentendida libertad insolidaria, que en situaciones de hartazgo social se confunde con el todo vale para satisfacer urgencias y apetencias personales. No hemos sido la izquierda ni el movimiento popular quienes hemos puesto en tela de juicio la necesidad de solidaridad frente a la pandemia. Ha sido desde posiciones y discursos rabiosamente ultraliberales que se ha abanderado el individualismo y se ha puesto en jaque la prudencia, haciendo llamamientos a la celebración de fiestas en los pueblos de Navarra, con una reivindicación espasmódica del ocio nocturno –de pago, eso sí–, como vía de escape para satisfacer las «ganas». Porque «ganas» tenemos todas y todos, pero solo unas y unos han tenido opciones para encauzarlas, y aquí la juventud, los barrios obreros, las clases populares y las personas mayores no han sido las más agraciadas.

Pero hay más. En Pamplona la situación actual se ha venido cociendo a fuego lento durante décadas de gobiernos de derechas que han convertido el Casco Viejo en «parque temático» para el resto de la ciudad, en perjuicio del comercio y el vecindario del barrio. En 2007, con Barcina de alcaldesa y con Enrique Maya de gerente y director general de Urbanismo, se abrió las puertas de par en par a la proliferación de todo tipo de negocios de hostelería. En 2015, el Gobierno del cambio suspendió la concesión de nuevas licencias para frenar un proceso desbocado y tratar de reencauzarlo mediante una nueva regulación tendente a incrementar el control de horarios, etc., trabajando con los colectivos y asociaciones vecinales en la construcción de otro modelo de barrio. Pero el golpe de timón necesita tiempo para apreciarse...

Volvió Navarra Suma, llegó la pandemia y con la excusa se está imponiendo una forma de toma de decisiones unilateral y autoritaria, sin escuchar al vecindario ni a la juventud y atendiendo solo a una parte de la hostelería, ni siquiera la más golpeada por las restricciones. La situación es preocupante y, más allá de declaraciones en comisión para rechazar y condenar agresiones y de sacar a la Policía Municipal a la calle exponiendo a vecindario, hostelería y agentes, se requieren soluciones consensuadas en el barrio, y alternativas para la juventud a medio plazo en la actual situación sanitaria.

Es necesario convocar la Mesa del Casco Antiguo, constituida por vecindario, comercio-hostelería y Ayuntamiento, para alcanzar un acuerdo estable de convivencia y retomar el debate sobre el modelo de barrio. Urge asimismo implicar a los colectivos juveniles en un debate sobre alternativas de ocio a corto, medio y largo plazo. A partir de la empatía y la escucha, para detectar las necesidades y demandas de la juventud, recoger propuestas y trabajarlas junto con ella y con personal experto.

Como Ayuntamiento, no solo tenemos que posicionarnos en contra de actitudes inaceptables, sino que tenemos que pensar qué vamos a hacer para evitar situaciones y cubrir necesidades. Esa es nuestra función. La inmensa mayoría de la sociedad, también por supuesto la juventud, ha demostrado todos estos meses un comportamiento y un civismo que, a menudo, ha estado muy por encima de la irresponsabilidad de algunos cargos públicos relevantes de la derecha. Para ejemplo la decisión de la Federación de Peñas sobre los sanfermines, mientras Maya y otros alcaldes de Navarra Suma vetaban unas dianas, dos txistularis o unos dantzaris en los barrios, jugaban con fuego en declaraciones públicas y pedía fiestas y eventos taurinos en la Federación Navarra de Municipios y Concejos, antes de terminar el proceso de vacunación de vulnerables.

La solución no vendrá de la mano de la represión sino de hacer partícipe en este momento al vecindario del Casco Viejo y a la juventud como partes afectadas de las decisiones que se van adoptando. Ya en abril EH Bildu se adelantó y presentó una propuesta en la comisión covid, Arnasgune, de crear espacios públicos de ocio social y cultural al aire libre en los barrios. El objetivo era impulsar actividades alternativas y diversas, descongestionar el centro de la ciudad, recuperar el protagonismo de los barrios y ofrecer cultura y ocio de proximidad, gratuito y popular. El gobierno municipal de Navarra Suma desdeñó y metió en un cajón la propuesta. Estamos como estamos, y eso nos debe llevar a una reflexión mucho más amplia que si se amplía o no el horario de los bares o si hay que regular más los botellones: y es qué alternativas de ocio ofrecemos actualmente a la juventud y qué modelo de barrio queremos para el Casco Viejo.

Por nuestra parte, estamos abiertas a distintas posibilidades, pero consideramos imprescindible encaminar con urgencia dos foros de participación diferenciados: uno, entre vecindario, hostelería y Ayuntamiento, y otro, entre juventud, instituciones y personal experto, a partir de un enfoque amplio, proactivo e incluyente que aborde la situación y las necesidades de jóvenes y adolescentes de manera positiva, haciéndoles partícipes y protagonistas. Pero lo primero es dejar de alimentar la criminalización simplista y actuar con disposición de escucha hacia las necesidades de las distintas partes, no en interés de lobbies económicos afines y desde el utilitarismo partidista. Es hora de construir soluciones integrales y alternativas equilibradas que garanticen el bienestar colectivo y una buena convivencia.

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