Alfredo Ozaeta

Democracia confinada

La mayor preocupación de jueces, militares, ministros, políticos e iglesia es que haya comunistas en el Gobierno.

Ya sé que es recurrente mencionar el vocablo posiblemente más utilizado últimamente y que para nuestra desgracia tan familiar empieza a resultarnos. Término odioso en cuanto significa pérdida o reducción de movimientos y libertades, pero su analogía con el prolongado secuestro de la actual democracia en España permite su paralelismo. Afortunadamente el agotamiento del ciclo está dejando al descubierto todos los rotos y fisuras de la falsa y tramposa transición del 78 evidenciando la necesidad de cerrar una etapa y rescatar del confinamiento a la democracia.

Un profesor acostumbraba a repetir continuamente que para la resolución de una ecuación o problema lo importante era tener claros los conceptos que permitieran desarrollarlo correctamente. Incluso sin acertar el resultado si su planteamiento había sido el correcto lo daba por bueno. Salvando las distancias, algo parecido ocurre con el problema sin resolver de la democracia en el Estado Español, que su planteamiento y bases no han sido las correctas
Su resolución y formulación nació viciada de origen, su desarrollo y conceptos fueron interesados y trampeados, manteniendo estructuras y órganos de nulo perfil democrático y lo que es peor sin ningún interés de cambio o regeneración. Se inventaron el resultado en función de intereses sin ningún planteamiento de los principios o necesidades democráticas. Así nos encontramos con una situación en la que las inercias facilitan más los retrocesos que los avances.

Diseñaron conceptos y nombres decorativos pero totalmente faltos de las esencias y valores democráticos en la intención de perpetuar la continuidad de un régimen y sus actores. Que podemos esperar de una constitución (no nos cansaremos de repetir que no fue aprobada por los vascos), cuyo título preliminar ya dice que la forma política del Estado Español es la monarquía parlamentaria, pero si al monarca lo designo el dictador!. Que sarcasmo y tomadura de pelo, es como inventarse y poner el resultado sin resolver el problema?. Por otra parte ya hemos comprobado cual es el control que el parlamento ejerce sobre la monarquía, no habrán incurrido diputados y senadores en delitos de prevaricación o asociación de malhechores?

La mayor preocupación de jueces, militares, ministros, políticos e iglesia es que haya comunistas en el Gobierno; que las ciudadanas cuestionen el exclusivo monopolio y uso de la violencia por parte del estado; que se sepa la verdad de las andanzas reales y de los cargos públicos y se les critique; que pueblos sometidos por las armas quieran dejar de ser españoles; también que los aforos a los oficios religiosos se hayan restringido; etc. Lo de las políticas industriales, creación de empleo, derechos y libertades, igualdad, justicia social, etc., es algo menor. Vamos que la democracia sigue confinada, aunque de vez en cuando dan un poco cuerda para volverla a recoger, y así periódicamente en función de lo que los herederos del régimen indiquen.

Desde los medios haciendo el coro a los políticos y otros poderes etiquetan de radicales quienes demandan derechos y libertades. Por contra a los fascistas que van en contra las libertades y ensalzan a torturadores y al nazismo los amparan en el derecho a la libertad de expresión. Uno de los actos más sublimes de la democracia como es poder decidir mediante una consulta o referéndum es ilegal y los que lo prohíben, reprimen e imponen una constitución y una monarquía que hemos rechazado son los demócratas. Desde estos mismos medios se recrean con las protestas e incidentes en las calles, quedándose nuevamente en los efectos sin analizar las causas que los han provocado.

E igualmente el matonismo y violencia por parte de los cuerpos policiales nos lo quieren vender como hechos aislados cuando su práctica es y ha sido sistemática y generalizada por los que se saben impunes, al igual que con la tortura ejercida en cuarteles y comisarías durante décadas hasta prácticamente nuestros días. El perfil y regeneración democrática de los cuerpos policiales de las llamadas fuerzas del orden y militares, y del propio sistema judicial, lo define cualquier estudio demoscópico de intención de voto de estos colectivos. Analicen simplemente los cosechados por las diferentes formaciones políticas en los aledaños de cuarteles y cartelillos para sacar sus conclusiones, hagan una predicción que seguro que aciertan.

Mientras no se corrijan los déficits democráticos de una transición mal planteada la resolución al problema seguirá siendo errónea. No vale pedir indultos, hay que ir al origen y raíz de la cuestión, al porqué de la existencia de leyes antidemocráticas contra la libertad de opinión, decisión, etc. No vale decir que se está en contra de la ley mordaza y a la vez utilizar su poder y fuerza para imponerla. Hay que resolver el problema y para ello hay que desconfinar definitivamente la democracia. Ya es hora de que la izquierda española, si es que existe, y otros sectores progresistas dejemos de mirarnos al dedo y nos fijemos en el punto que este señala.

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