Juan Herrero
Periodista puntilloso

«El milagro de Madrid», o «Madrid, distrito criminal»

La utilización masiva de test de antígenos ha permitido a Madrid falsear la incidencia del coronavirus y presentar datos mucho mejores de los que realmente tenía.

Al poco de comenzar esta pandemia, que desde hace más de un año está asolando nuestro planeta, aprendimos que había dos maneras de afrontar el contagio del Sars CoV2, esto es, enfrentándose con el virus mediante severas medidas de aislamiento de la población y cerrándole al virus todos los modos y posibilidades de difusión, o aprender a convivir con el, adoptando medidas que dificulten la transmisión vírica pero sin impedir completamente el contacto humano para no dañar la economía más de la cuenta.

China, Australia, Nueva Zelanda y algún otro país optaron por el primer sistema mientras que en el resto del mundo decidieron, de forma más o menos consciente, tomar la segunda vía. En España, concretamente en la comunidad de Madrid, se inventó una variante de este segundo método; lo que con el tiempo algunos dieron en llamar "el milagro de Madrid".

Veamos; tras dos meses iniciales de duro confinamiento, y en vista de la proximidad del verano, el Gobierno español decidió tomar la vía de convivir con la pandemia. La temporada turística no podía perderse alargando el encierro de la población. Ya sabemos, y ahora mejor que nunca, lo que representan los ingresos de la industria turística. Así nos metimos en las medidas de desescalada y el levantamiento del Estado de Alarma, –salvando las diferencias, es muy parecido a lo que está a punto de pasar ahora con el segundo levantamiento del Estado de Alarma–.

En esta situación nos adentramos en el verano de 2020. Para paliar el contagio contábamos, eso sí, con la obligatoriedad del uso de la mascarilla y con las medidas más o menos duras que desde los distintos gobiernos autonómicos se tomaban de forma poco coordinada y en muchos casos poco vigiladas en su cumplimiento, e incluso anuladas judicialmente en no pocos casos.

Algunas comunidades, como Madrid, optaron por unas medidas muy laxas y un nivel de vigilancia aún más tenue, invocando la necesidad de “compatibilizar" la salud de la población con la preservación de la economía. A pesar de esta “compatibilización” tan conveniente, el verano pasó con más pena que gloria, pues los turistas no llegaron en la cuantía necesaria, pero lo que sí se consiguió con esta política tan liberal fue que a finales de setiembre Madrid tuviera de lejos la Incidencia Acumulada más alta de Europa. Fue entonces cuando alguien en el gobierno de Ayuso tuvo la gran idea: Comprar 5 millones de test de antígenos y utilizarlos para a hacer los cribados masivos de población.

A partir de ese momento, la IA de Madrid comenzó a bajar vertiginosamente, y eso a pesar de que las restricciones a la movilidad seguían siendo muy laxas en comparación con las que se estaban tomando en otras comunidades y en otros países de nuestro entorno. La IA madrileña bajó en un mes desde los 800 a los 400 casos por cada 100.000 personas en 14 días. Ante el “éxito” capitalino, otras comunidades se decidieron por seguir el mismo camino, y aunque sin llegar a los prodigios de Madrid, también consiguieron rebajar su IA bastante rápido. Así se fue sometiendo a los datos de la segunda ola con la vista puesta ya en las fiestas navideñas.

Sin embargo, algo no cuadraba: :os casos de hospitalizaciones y de enfermos en la UCI no bajaban, y lo que es peor, tampoco se consiguió, ni siquiera en Madrid, bajar nunca de una IA de 190 casos en esta segunda ola; y es que, a pesar de la ayuda de los falsos negativos que proporcionaba el abuso de los test de antígenos, los positivos no había manera de ignorarlos, ni siquiera con este sistema. Se demostraba así que una cosa son los datos y otra los contagiados.

Repasando los datos del Ministerio de Sanidad sobre los test que se han hecho en el Estado español desde el inicio de la pandemia, recogidos en un reportaje publicado hace unos días en la web de RTVE, https://www.rtve.es/noticias/20210426/tests-coronavirus-comunidades-autonomas/2013880.shtml, nos topamos de frente con la prueba del nueve de la falsedad de una de las mentiras más grandes de toda la pandemia: El «milagro de Madrid». También con otras paradojas similares, aunque no tan exageradas, ocurridas en alguna otra Comunidad Autónoma que ha optado por el mismo sistema de “doblegar los datos”.

Después de revisar en profundidad los números de test que se han hecho desde el inicio de la pandemia se llega a una conclusión aplastante: Madrid falsea su nivel de contagio, como no podía ser de otra manera, si comparamos sus laxas restricciones con las mucho más severas de otras comunidades y ello en relación a los niveles de contagio plasmados en el indicador IA (Incidencia Acumulada por cada 100.000 habitantes en 14 días).

Además de otros sistemas para adulterar la realidad del contagio, de los que se ha hablado tímidamente alguna vez –como es el retraso en el aporte de datos de esta Comunidad al Ministerio de Sanidad–, tras la lectura atenta del referido reportaje se pone de manifiesto que la Comunidad de Madrid abusa del uso de los test de antígenos para hacer los cribados de población, sabiendo que estos test dan siempre negativo cuando la persona no presenta síntomas, y por lo tanto se escapan todos los contagiados asintomáticos, cuyo mayor peligro es que son capaces de contagiar a otras personas teniendo apariencia de no estar infectados. Esto no ocurre con los test PCR, que sí son idóneos para cribados masivos, pues pueden detectar el virus en personas asintomáticas con mucha mayor precisión. Por lo tanto, el realizar demasiados test de antígenos para esos cribados masivos proporciona una fotografía del contagio completamente distorsionada a la baja.

Volviendo al caso de la Comunidad de Madrid, y dejando fuera de la comparación los test de anticuerpos y otros que no están pensados para medir la evolución de la transmisión del contagio, vemos que en esa autonomía se realizan 579 PCR por cada 1.000 habitantes y 379 test de antígenos por cada 1.000 habitantes, lo cual representa una proporción de casi un 40% , (39,56%), de test de antígenos respecto a la suma de los dos. Esto es, en Madrid por cada tres test PCR realizados se hacen dos test de antígenos.

Por su parte, en el País Vasco se realizan 1.003 test PCR por cada 1.000 habitantes y 193 test de antígenos por cada 1.000 habitantes, lo cual implica una proporción del 16.68% de test de antígenos. Esto es, solo uno de cada seis test realizados en el País Vasco es un test de antígenos, que es bastante menos de la mitad de la proporción de test de antígenos madrileña. Por ello, la IA del País Vasco refleja la realidad del contagio con mayor exactitud y la IA de Madrid refleja la realidad de su contagio con mucha distorsión, y siempre a la baja.

En esta enorme utilización de los test de antígenos para los cribados masivos, la Comunidad de Madrid es la campeona y solo Castilla León parece que ha decidido seguir su ejemplo, presentado una proporción del 34,53% de test de antígenos; ninguna otra comunidad autónoma supera el 25% en el uso de los test de antígenos en comparación con el porcentaje de test PCR, dándose el caso de que en Cantabria ese porcentaje es de solo el 2,15%.

De aquí es inmediata la explicación de la aparente paradoja del "milagro de Madrid" : En Madrid las restricciones en la hostelería y la movilidad son muy laxas y en el País Vasco son mucho más estrictas, y sin embargo el nivel de contagio reflejado en sus respectivas IA es muy similar, o incluso mayor la del País Vasco.

La conclusión, o conclusiones que sacan los responsables políticos de la Comunidad de Madrid son muchas y todas falsas: «Los bares no son peligrosos», «los madrileños son más sensatos con el uso de la mascarilla y respetan más la distancia de seguridad», «los vascos están todo el día de juerga en la calle», o «Ayuso sí que sabe manejar el problema sin dañar la economía», etc. Pero no, nada de esto es cierto, la explicación es mucho más sencilla: Madrid falsea la realidad del contagio deliberadamente para no verse obligada a tomar medidas más drásticas, a pesar de las terribles consecuencias que ello conlleva para la salud de los madrileños.

Así, con esta fotografía trucada, y muy trucada, del nivel de contagio en la Comunidad de Madrid, es mucho más fácil mandar a la gente a sentarse en las terrazas, a que entren en las tiendas y en los bares y restaurantes, y negarse a confinar el perímetro regional con tal de que no se pare la economía.

Los responsables de la Comunidad de Madrid dicen habitualmente muchas falsedades pequeñas y gordas, pero no es lo mismo decir que durante la pandemia la subida del PIB de Madrid es la mayor de España, a pesar de que en realidad haya bajado más de un 10%, que llevar a cabo una alteración sistémica en el cómputo de los ciudadanos contagiados.
Las consecuencias directas de esto no pueden doblegarse como los datos del contagio, y son muy obvias: El aumento del número de personas hospitalizadas y la consiguiente saturación de las UCIs. Y, claro está, el aumento de la mortandad.

Es sorprendente que la presidenta del Comunidad de Madrid y candidata del PP en las próximas elecciones autonómicas, Isabel Díaz Ayuso, pueda presumir repetidamente, incluso durante el único debate electoral al que aceptó asistir, de haber comprado 5 millones de test de antígenos como un gran logro de su gestión y que ninguno de los otros candidatos hayan sido capaces de replicarle nada sobre este anzuelo envenenado.

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