Javier Orcajada del Castillo

Declaraciones del presidente del TSJ de Navarra

Joaquín Calvé acaba de hacer unas declaraciones en la prensa que producen estupor por su simplismo e inoportunidad, reiterándose en otras anteriores en las que llamaba “Turbas enfervorizadas” a un grupo de mujeres que expresaban su disconformidad por la sentencia de la Manada ante la Audiencia de Navarra. Argumenta que las leyes no las redactan los jueces, se limitan a interpretarlas. En su momento expresó su opinión a favor del el juez González, el más radical de los magistrados que decretó la libertad provisional para los miembros de La Manada. No hacía alusión a que el ministro de Justicia a la sazón, declaró que «tenía un problema», en referencia a alguna traba mental que limitaba su capacidad de interpretación lógica de las leyes. Porque se trataba de que tres civiles y dos militares violaron reiteradamente a una joven y después de pruebas irrefutables declararon su libertad.

Pero que ahora vuelva a mantener que la sentencia no tenía ninguna particularidad es inaudito. Además, abroncar a los quienes opinan que la sentencia no se ajusta a las leyes es un dislate que debería exigirle comparecer ante los órganos de inspección… La ciudadanía no necesita lecciones de derecho para saber quien elabora las leyes o la misión de los jueces. Lo que sí debería explicar es cómo es posible que de unas leyes en vigor puedan extraerse interpretaciones tan diversas e incluso opuestas en según quien las aplique. Habría que sugerir al Presidente Calvé que no ofrezca explicaciones a la ciudadanía que no se le piden, pero que responda a las opiniones publicadas tanto lo largo del Estado español como en otros países para que analice si es lógico apoyar sentencias escandalosas que provocan el desprestigio general de los jueces que las emiten y que han colocado a la justicia española, junto a otras relacionadas con el procès catalán, entre los temas de actualidad que aparece en las tiras de humor de los países con los que mantenemos relaciones de todo tipo. Pero don Joaquín sigue con su raca-raca.

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