Javier Orcajada del Castillo

España: alegría y desbarajuste

Rajoy despierta de su letargo y nos desea próspero año el 2016. No debe saber que estamos en el 2018. El Rey, excediéndose de su misión, abronca a sus súbditos porque no apoyan al Gobierno para resolver el problema de Catalunya. Rajoy, que es quien debe solucionar el marrón de Catalunya está missing y cuando aparece es para anunciar la suspensión del 155 sin importarle las consecuencias. Manda a la cárcel a los independentistas que se quedaron en Barcelona y a Puigdemont y a varios consejeros a potenciar en Europa la Marca España desde Bruselas para evitar que el referéndum de Catalunya se internacionalice. Convoca elecciones en sin tenga esa facultad según el Estatut y la Constitución confiando que los constitucionalistas arrasarían: ¡Error! De nuevo los independentistas ganan y Rajoy vuelve a modo letargo en espera de que el problema lo soluciones el tiempo. Soraya, la lista e imagen del Gobierno pone de manifiesto lo que todos los ciudadanos piensan por «lo bajinis»: que la suspensión del 155 fue iniciativa de Mariano, aunque las leyes atribuyen esa misión a los jueces. Reiteró en público al conocer las encuestas que auguraban una catástrofe para el PP, que fue el Presidente quien destituyó al Govern y al Parlament, aunque alardea de que España es un Estado de derecho. Ahora debe estar arrepintiéndose en algún convento de clausura releyendo a Montesquieu sobre la separación de poderes. ¿Que la corrupción afecta de lleno al PP y a Rajoy de pleno? Insidias de la oposición: confían en los tribunales y respetan a los nuevos jueces más benévolos nombrados y se haga justicia. Arrimadas ha inventado Tabernaria: una genialidad para provocar una escisión en el separatismo catalán independizando de la nueva república catalana a Barcelona, la franja industrial de la costa y parte de Tarragona. La noticia ha dejado a los independentistas en trance de abandonar el secesionismo. Los jueces del Supremo, del Constitucional y de la Audiencia Nacional siguen emitiendo sentencias que saben serán revocadas por los tribunales europeos, con lo que el prestigio de la judicatura española se acrecienta y sus sentencias son analizadas en las facultades de derecho en toda Europa, para impartir doctrina o como tiras de humor en la prensa. Aunque España está quebrada, De Guindos se pasea ufano por Europa como un pavo real alardeando de nuestro milagro económico y Montoro no sabe qué hacer con tanto dinero recaudado. Quizá baje las pensiones o decrete una nueva amnistía fiscal. Rajoy, desde su letargo, sabe que en Bruselas tiene un valedor: Jean Claude Junckers, quien en un alarde de ingenio ha sentenciado: «Sabemos qué hacer para salir de la crisis, pero no cómo salir reelegidos si lo hacemos».

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