Simon Macias Martínez de Lizarrondo

La pausa como camino a la buena vida

Paremos un momento, tratemos de identificar cada uno de los estímulos que nos ha brindado el día de hoy: distracciones, trabajo, mensajes, redes sociales, anuncios, visitas, emociones, sentimientos, pensamientos... Vivimos sumidos en una espiral que rara vez digerimos de manera adecuada. Hoy, que hemos visto el valor de la retrospección, de la necesidad de conectar con uno mismo, olvidamos en cuestión de segundos esa paz que tanto ansiamos.

Vivimos basados en la inmediatez, en hacer las cosas «de hoy para ayer», de «necesito esto», «me falta lo otro» y de «no llego porque tengo que»... Sin embargo, ese momento en el que paramos, nos tomamos un café o simplemente llegamos a casa para despedir el día, es el momento en el que más calma y serenidad conlleva (pese a que de pronto te acuerdas de todo lo que has dejado por hacer y tendrás que realizar mañana). Ese pequeño instante, por corto que sea es el reflejo del anhelo diario, de haber agradecido mínimamente esa pequeña pausa para recobrar la consciencia del momento presente.

La pausa está en peligro de extinción pese a que es la máxima a la que aspiramos día a día. La sociedad nos llena la agenda y nosotros estructuramos ese listado de manera sin ser consecuentes con lo que necesitamos. Hagamos un pequeño «click»: tomemos como tarea la pausa y organicemos nuestras agendas una vez estipulado un bloque de tiempo para ella. Cambiemos el enfoque de nuestra predisposición hacia lo que realizamos; no es un «tengo que hacer» sino que «he priorizado o decidido hacer». Por lo tanto, de la misma manera que nosotros predisponemos la acción o tarea, podemos tambien predisponer la pausa y posteriormente seguir con nuestro día.

Madrugar dos minutos más que ayer no cambiará el organigrama del resto del dia. Pero hará que tengas un lapso de dos minutos para dedicárselos a la pausa o a lo que realmente valoramos. Todos queremos pintar, mejorar en tal idioma, tocar el piano, dar un paseo... Pero se nos llena el día entre tareas traspapeladas, llamadas de teléfono y e-mails en la bandeja de entrada. Priorizamos el caos y no la pausa, seamos o no conscientes.

Escribo esto en mi momento de pausa y reflexión. Expongo y materializo lo que realmente yo valoro ahora mismo por lo que, lo que el día de hoy me brinde, lo acogeré agradecido de haber podido dedicarme tiempo a mí mismo aunque solo haya sido un ratico.

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