El Estado policial a examen en Europa

La Comisión Europea se ha posicionado oficialmente en contra del uso de datos de archivos policiales para la toma decisiones de carácter administrativo. Así lo recoge la respuesta a una pregunta parlamentaria sobre el despido de Patxi Zamora, conocido activista navarro al que se le retiró la tarjeta de empleado de las líneas aéreas en base a informaciones que la Guardia Civil tenía sobre su compromiso social. El suyo no ha sido el único caso en el Estado español en el que se han utilizado archivos policiales, vulnerado derechos e infringiendo las normas europeas sobre protección de datos de carácter personal.

Otra muestra más del abuso policial llegó ayer también al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Los jóvenes de Altsasu condenados por una trifulca nocturna con unos guardias civiles han presentado recursos ante el TEDH por no haber tenido un juez imparcial ni un juicio justo. En este caso también fueron las maniobras de la Guardia Civil y sus acólitos en los tribunales las que propiciaron que el proceso terminara con una dura condena. Ahora corresponde al Tribunal aceptar o no a trámite esas demandas.

No obstante, más allá del recorrido judicial que puedan tener ambos casos, su presencia simultánea en instancias europeas refleja el poco respeto a los derechos de las personas que tiene la Policía española en sus actuaciones. Utilizar archivos policiales discrecionalmente, condecorar a jueces, condicionar investigaciones… todo le parece lícito a la Guardia Civil cuando se trata de castigar a la disidencia. Esa falta de respeto de la Policía por la ley, por los derechos y por las garantías en los procedimientos, es una característica propia de los estados autoritarios y no de una democracia que se dice avanzada.

Nuevamente Europa vuelve a examinar al Estado español en derechos humanos, aunque con la repetición de juicio de caso Bateragune Madrid ya dejó claro que le importa bien poco lo que allí se diga. Para las personas afectadas, las resoluciones de las instancias encargadas de velar por el respeto de los derechos siempre llegan tarde.

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