Ainara Lertxundi

Australia detiene a la exsecretaria personal del jefe de la DINA

Adriana Rivas fue agente de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA), la policía secreta de Augusto Pinochet. Llegó a ser secretaria personal de Manuel Contreras, jefe de la DINA, e integró la Brigada Lautaro que operó en el cuartel clandestino Simón Bolívar, de donde ningún detenido salió con vida. Australia, país en el que reside desde hace tres décadas, ha anunciado su detención. Chile pide su extradición por secuestro y torturas durante la dictadura.

Apodada «la Chani», Adriana Rivas se convirtió en la persona de confianza de Manuel Contreras, jefe de la DINA, la policía secreta de Augusto Pinochet. Fue detenida este martes en Australia, país en el que reside desde 1978, según ha anunciado hoy un portavoz de la oficina del fiscal general de Australia. Está acusada de secuestro y torturas como integrante de la Brigada Lautaro que operó en el cuartel clandestino Simón Bolívar. Rivas, que trabajaba como niñera y limpiadora en Bondi, a las afueras de Sídney, comparecerá ante un tribunal el próximo 1 de marzo.

En 2014, la Corte Suprema de Chile pidió su extradición por su implicación en el secuestro del sindicalista Víctor Díaz López, un alto dirigente del Partido Comunista desaparecido en mayo de 1976, y en otros seis secuestros, ocurridos entre 1974 y 1977.

En una entrevista de 2013 con la emisora australiana SBS, Rivas afirmó que era inocente, pero defendió el uso de la tortura en ese momento. «La tortura existió desde que yo tengo uso de razón en Chile. Siempre existió. Todo el mundo sabía que tenían que hacer eso y quebrar a la gente de alguna manera», dijo.

En 2006, fue detenida en Chile durante una visita a su familia. Pero, en aquella ocasión logró burlar la libertad condicional y huir de nuevo a Australia. Los testimonios de los supervivientes coinciden en resaltar su carácter despiadado durante los interrogatorios y sesiones de tortura.

El caso de Rivas se hizo conocido a raíz del documental que realizó su sobrina, Lissete Orozco, premiado en el festival de Berlín. «El pacto de Adriana» es una entrevista, un cara a cara entre Orozco y su tía, alguien a quien ella adoraba en su juventud.

Es una introspección a los secretos familiares que aún imperan en la sociedad chilena y sitúa al espectador ante el dilema de cómo afrontar el pasado, oculto, de un familiar «muy querido».

«Este documental me hizo madurar. Me di cuenta de que esos secretos familiares de una historia tan pequeña han terminado siendo los secretos de un país. Me hice cargo de este rompecabezas, tuve que reconstruir la imagen que tenía de mi tía. Pero ese rompecabezas se ha quedado sin terminar porque mi tía nunca quiso reconocer tan siquiera que supiera qué estaba ocurriendo a su alrededor. Según su versión, nunca vio un detenido, pero trabajó en un lugar de donde nadie salió vivo. Eso es contradictorio», relató a GARA en entrevista telefónica Orozco, que tardó cinco años en realizar el documental, que dividió a su familia en dos, «mi familia clara» y «mi familia oscura».

«La invitación de la película es a hablar y a sacar a la luz los secretos familiares y del país, porque echándoles tierra lo único que hacemos es taparlos pero, en algún momento, saldrán a la luz. El daño generacional seguirá si no hablamos. Yo soy ya la cuarta generación», concluyó.