Aimar ETXEBERRIA

La disputa por un enclave caucásico empaña la final de la Europa League

El conflicto entre Armenia y Azerbaiyán por la pequeña región caucásica de Nagorno-Karabaj, ahora convertida en una república independiente internacionalmente no reconocida, está a punto de dejar sin final de la Europa League al centrocampista del Arsenal Henrikh Mkhitaryan, de origen armenio, que teme por su seguridad personal.

Mkhitaryan, durante un entrenamiento reciente con el Arsenal. (Olly GREENWOOD/AFP)
Mkhitaryan, durante un entrenamiento reciente con el Arsenal. (Olly GREENWOOD/AFP)

Es un mundo pequeño, un puñado de montes y de valles. Un mundo simple: aquí nosotros, los buenos; allá los otros, los enemigos. Un mundo gobernado por la ley elemental de la exclusión: o nosotros o ellos». Es la descripción que hace el reportero polaco Ryszard Kapuscinski –recogido por el periodista Andrés Mourenza en un artículo en la Revista 5W– de su llegada al aeropuerto de Stepanakert, capital de la República de Artsaj, más conocida como Nagorno-Karabaj. Una república de unos 150.000 habitantes no reconocida por la comunidad internacional, que además es la “culpable” del largo conflicto que mantienen Armenia y Azerbaiyán, que ha acabado salpicando a la final de la Europa League que Chelsea y Arsenal disputarán el próximo miércoles en Bakú.

El enclave, de mayoría armenia, vio cómo se desataba la guerra en febrero de 1988, cuando el soviet local votó a favor de su separación del Estado azerí y su anexión a Armenia, decisión no reconocida por Moscú. En 1991, y tras la caída de la Unión Soviética, la contienda recrudeció, dejando tres años de combates, más de 30.000 muertos y cerca de 700.000 desplazados. En 1994 se declaró el alto al fuego, aunque a día de hoy las partes siguen sin firmar un tratado de paz. Mientras tanto, Armenia ejerce el control en la práctica totalidad del enclave, aunque esta pertenezca a Azerbaiyán a ojos de la comunidad internacional.

«Te pagan por ser futbolista»

¿Pero cómo puede un conflicto histórico sobre un enclave caucásico de apenas 150.000 habitantes colarse en un evento como la final de la Europa League? Las relaciones diplomáticas entre Armenia y Azerbaiyán son inexistentes, lo que se traduce en una suerte de guerra fría. Como consecuencia de ello, los armenios o aquellos descendientes de armenios tienen habitualmente prohibida la entrada al país vecino, aunque el Gobierno azerí haya hecho excepciones con deportistas de élite. Entre ellos destaca el caso de Henrikh Mkhitaryan, centrocampista del Arsenal que debía disputar la final de la Europa League contra el Chelsea el próximo miércoles en Bakú, capital de Azerbaiyán.

Nacido en Ereván, capital de Armenia, Mkhitaryan es por mucho el futbolista más conocido de su país, donde ha sido premiado como mejor futbolista en ocho ocasiones. Conocido por su postura favorable a la anexión del enclave Nagorno-Karabaj por parte de Armenia, el centrocampista del Arsenal ha omitido viajar al país vecino en varias ocasiones, tanto como jugador de la escuadra londinense como cuando militaba en el Borussia Dortmund. Y esta vez parece que no va a ser una excepción.

Mkhitaryan teme por su seguridad personal, y parece que el club londinense entiende su postura. «Hemos tratado el tema tanto con el jugador como con su familia y hemos explorado todas las opciones para que Micki fuese parte del equipo en la final, pero entre todos hemos decidido que no será parte de la plantilla que viajará a Bakú», reza el comunicado del Arsenal en el que se da cuenta de la decisión del club. «Estamos muy tristes porque un jugador se va a perder una importante final europea a causa de unas circunstancias que muy raras veces ocurren durante la carrera de un jugador», se añade en la misiva.

Por su parte, tanto la UEFA como el Ejecutivo azerí han manifestado que la seguridad del jugador está garantizada en caso de que Mkhitaryan cambie de opinión y haga aparición en el verde de Bakú. «Eres un atleta profesional, eres un futbolista, un futbolista top. Hagamos que este sea un evento top, hagamos una final grande. Pero si tu propósito es hacer juego político con esto, estamos ante algo diferente; te pagan por ser futbolista, no por político», espetó al jugador armenio el embajador azerí en Gran Bretaña, Tahir Taghizadeh.

La elección de Bakú como sede de la final, en entredicho

El principio de rotación en la elección de sedes de eventos deportivos de primer nivel hace que países como Azerbaiyán, rico en petróleo pero con un déficit democrático notable, acojan una final como la del próximo miércoles. La decisión de otorgar la organización del evento a Bakú, hecha pública tan solo unas semanas después de la revelación de una turbia campaña de lavado de cara del país, es ejemplo de ello.

Y es que una filtración sacó a la luz que dos mil millones de dólares salieron del país entre los años 2012 y 2014 a través de varias instituciones financieras y compañías europeas, montante que llegó a bolsillos de miembros de grupos de presión –lobbies– y políticos con el objetivo de pulir la reputación del país en el ámbito comunitario.

El país está gobernado por la dinastía Aliyev, que se perpetúa en el poder desde 1993. Ilham Aliyev, que se alzó al poder por vez primera en 2003 sucediendo en el cargo a su padre –Heydar Aliyev–, revalidó la victoria en las urnas en 2018, cuando cosechó el 86% de los votos. La actual es su tercera legislatura al frente del país, un país que suspende en lo relativo a la libertad de prensa. Según el índice anual de Reporteros Sin Fronteras, Azerbaiyán ha caído al puesto 166 del ranking, situándose entre Bahrain y Guinea Equatorial.

El informe sobre el país azerí hace hincapié en que el régimen encarcela a periodistas independientes y blogueros, que los medios independientes están siendo ahogados económicamente y que otros, como la radio Azadling, han sido clausurados. Las principales páginas web están bloqueadas y el régimen persigue incluso a los familiares de periodistas, según denuncia el informe de Reporteros Sin Fronteras.