14 AVR. 2019 - 00:00h Rocabrune, un castillo guardián en una ruta medieval Paisajes con suaves colinas de eterno verde, de camino hacia Rocabrune. Juan Mari Feliu Entre Donibane Garazi y Donapaleu, en distintas épocas capitales de la Merindad de Ultrapuertos o Nafarroa Beherea, en su intermedio se encuentran las tierras de Lantabat y Ostibarre, de paisajes con suaves colinas de eterno verde, tapizados de prados de siega, helechales y bosquetes de arbolado autóctono. Sin apenas abandonar la hondonada del valle de Garazi, una vez sobrepasado Lakarri, presidido por el coqueto castillo de Harispe, en la siguiente llanada que conforma el corredor que lleva al cruce de Larzabale –acceso a las tierras de Zuberoa– se encuentran casi hermanados los pueblecitos de Monjelose y Gamarte. De camino a Donapaleu, a la derecha, quedan altivas las colinas de Eheta y a media altura y fácil de ver la esbelta cúpula cimera de Gastelharri, conocida históricamente como Rocabrune, por haber existido en su aérea cumbre el castillo de este nombre Este amplio corredor que aproximaba a los viajeros a las orillas del gran río vasco Aturri o Adour, en los límites norteños del Reino de Navarra, ha sido utilizado desde la época romana por comerciantes, arrieros o peregrinos compostelanos, quienes iniciaron su andadura en el siglo XII. Pero además estos valles de ultrapuertos fueron utilizados por ejércitos como el de Carlomagno o siglos más tarde por los invasores castellanos, provenientes de la vertiente meridional de los Pirineos. Donación de Sancho VI el Sabio Es durante esta invasión cuando Monjelose y Gamarte toman protagonismo histórico y de nuestra excursión. Rocabrune fue citado por vez primera en 1191 cuando Sancho VI el Sabio donó este castillo como dote de su hija Berenguela a Ricardo Corazón de León, además de la fortaleza de Donibane Garazi. El castillo Rocabrune o Gastelharri se encuentra en una airosa y copuda cumbre, con endiabladas laderas de roquedo calizo. Para llegar a este nido de águilas hemos de situarnos en Monjelose. Sin necesidad de dejar el coche en el centro del pueblo, saldremos de Monjelose por la entrada sur. Dejadas las últimas casas, abandonar el carretil por la izquierda para cruzar por un túnel peatonal bajo la carretera. Una vez en el otro lado continuar por otro carretil perdiendo altura entre campos, guiados por las señales del GR 65. Tras cruzar una regata, poco después estaremos ante el caserío Bizkaia, donde dejamos el GR 65 que gira a la derecha por un carretil. Justo pasado el caserío tomaremos el primer desvío, que nos llevará tras varias lazadas a una borda transformada en vivienda. Una amplia pista de grava nos llevará entre prados con la vista puesta en el objetivo hasta llegar a la base del picacho de Rocabrune, donde finaliza entre prados y hay dos portillos. Desde aquí el roquedo salpicado de avellanos cubre todas las laderas de esta montaña, ofreciendo un aspecto inaccesible. Aquí hemos de cruzar el portillo de la izquierda para cruzar unos prados hasta situarnos junto unos solitarios robles, donde se encuentra el camino de regreso a Monjelose por Gamarte. A la altura del roble situado en el borde del citado camino, una borrosa senda enfila hacia otro solitario gran roble situado más arriba, A los pocos metros veremos un mojón de piedras en el borde del bosque de avellanos. A partir de aquí hay que armarse de paciencia para ir superando las gradas calizas, la cerrada vegetación en algunos casos y la fuerte pendiente. En diagonal ascendente, en busca de la cumbre, hemos de intentar seguir la traza de lo que queda de la estrecha calzada de acceso hasta la entrada del recinto defensivo. Aquí veremos algunos lienzos de muros y el aljibe entre la maraña vegetal. Bonita vista sobre Monjelose y Gamarte Monjelose fue en 1512 escenario del primer contraataque navarro contra las tropas capitaneadas por el Duque de Alba, después de un intenso saqueo e incendio de extrema violencia en Monjelose, Uharte Mixa y Garruze. Los leales de Juan III de Albret lograron causar más de 200 bajas y la captura de varios mandos castellanos, lo que obligó el repliegue de los invasores a la Alta Navarra. Una vez de regreso a la base de la montaña, desde el roble de referencia, solo nos restará bajar por el camino de Gamarte, que nos conducirá más abajo hasta una pista de grava que nos llevará al visible y coqueto pueblo de Gamarte. De aquí, siguiendo por un carretil jalonado por las señales del GR 65, alcanzaremos llaneando entre prados el punto de partida en Monjelose.