16 JUIL. 2020 - 15:45h Pozalagua, una catedral subterránea Ocurrió 1957. La explosión de un barreno en una cantera de dolomita provocó en la montaña un agujero que dejó al descubierto un mundo subterráneo fascinante que había permanecido herméticamente sellado durante miles de años: Pozalagua. Estalactitas excéntricas en la cueva de Pozalagua. Eguzki Agirrezabalaga Quien se acercque al valle de Karrantza a visitar la cueva de Pozalagua descubrirá una joya geológica fascinante, una auténtica catedral subterránea moldeada con paciencia por la naturaleza, una cueva única en el mundo, especialmente por sus estalactitas excéntricas. Lo que la explosión de la cantera dejó al descubierto hace más de sesenta años bajo la Peña Ranero, en pleno corazón del Parque Natural de Armañon, no fue una cueva cualquiera, pues la formación geológica de Pozalagua ha sido catalogada por los expertos como el espacio con mayor concentración de estalactitas excéntricas del mundo. Y esa es, precisamente, su mayor atracción: sus espectaculares e inusuales estalactitas excéntricas. A diferencia de las convencionales, las estalactitas excéntricas se ramifican de forma caprichosa en cualquier dirección y se entrelazan entre ellas creando curiosas figuras que, estéticamente, parecen desafiar a la ley de la gravedad. Además, el tamaño de las estalactitas de Pozalagua es considerablemente mayor a la de otras cavidades. Dicen los expertos que únicamente en Australia se puede admirar un fenómeno similar. La sala Versalles, única en el mundo La sala principal de la gruta –llamada Versalles por las riquezas acumuladas en su interior– es la que acoge la mayor concentración de esas curiosidades geológicas. Pero la cueva, en su totalidad, tiene una longitud de 125 metros, un lago en su parte central y cuatro simas gemelas de cuarenta metros de profundidad. Actualmente, está perfectamente adaptada para recibir un abanico amplio de visitas. Se puede elegir entre la llamada visita turística, que invita a adentrarse en las entrañas de la tierra y descubrir un fascinante mundo subterráneo, y las denominadas Pozalagua Flashback, recomendada a quienes quieran retroceder en el tiempo y aventurarse en la gruta tan solo con la iluminación de una frontal. El objetivo es experimentar lo que los trabajadores de la cantera sintieron en 1957 cuando entraron por primera vez en la cavidad. De todos modos, debido a la crisis sanitaria, esta segunda opción está temporalmente interrumpida, por motivos de seguridad. Curiosidades en el exterior Una vez visitada la gruta, conviene también dedicarle un tiempo al aspecto exterior. Llama la atención el anfiteatro. En realidad, es la antigua cantera de dolomía acondicionada para acoger conciertos y actividades culturales, porque, al parecer, es un espacio de gran calidad acústica. Curiosamente, la roca caliza se cortó tan perfectamente con la técnica conocida como «hilo de diamante» que la gran columna que parece mármol es, en realidad, dolomía en estado puro. Además, los expertos opinan que se trata de uno de los mejores lugares para observar el estado de la dolomitización. El mirador y el Centro de interpretación Otros de los lugares recomendables son el mirador –desde donde se puede disfrutar de una impresionante panorámica del Valle de Karrantza– y el Centro de Interpretación del Parque Natural de Armañon, ubicado frente a la gruta, en uno de los edificios de la cantera, concretamente en la antigua estación de trituración y de carga de mineral. El centro dispone de paneles que desvelan los secretos del Parque Natural y de aplicaciones tecnológicas que permiten al visitante navegar virtualmente por Karrantza únicamente moviendo sus brazos, emulando el vuelo de un pájaro. Hay quien incluye también en esta ruta la visita al Museo de la Antigua Fábrica de Dolomitas, a donde se transportaba el mineral extraído de la cantera de Pozalagua. Fue declarado Patrimonio Industrial por ser el único lugar de Euskal Herria donde se puede apreciar el curioso sistema de poleas gigantes que movía manualmente el tranvía aéreo que transportaba el mineral. A quien visite la antigua fábrica, probablemente, le sorprenderá una curiosidad: una de las piezas más importantes que se elaboraba con la dolomía eran los ladrillos refractarios, que se convirtieron en pieza fundamental en la industrialización, porque con ellos se revestían los altos hornos de las grandes fundiciones. No se podían utilizar ladrillos normales, porque se fundían con las altas temperaturas de los hornos. La Torca del Carlista Pero, sin duda, uno de los lugares más atractivos del Valle de Karrantza –convertido en punto de encuentro ineludible para los aficionados a la espeleología– es la Torca del Carlista. Aunque el acceso a su interior está limitado exclusivamente a espeleólogos, merece la pena acercarse, porque es una de las mayores salas de Europa y la tercera del mundo, un gigante subterráneo de más de 500 metros de altura, 230 de ancho y 125 de profundidad.